canciones de hielo y fuego Cancion de hielo y fuego 1 | Page 17

literatura fantástica
Juego de tronos
Ni siquiera el maestre Pycelle pudo hacer nada, aparte de darle la leche de la amapola para que no sufriera.
— Algo es algo— suspiró. Catelyn veía el dolor reflejado en su rostro, pero aun así Ned pensó primero en ella—. ¿ Y tu hermana?— preguntó—. ¿ Y el hijo de Jon? ¿ Qué sabemos de ellos?
— El mensaje decía sólo que se encontraban bien, y que habían vuelto al Nido de Águilas— dijo Catelyn—. Yo preferiría que hubieran ido a Aguasdulces. El Nido está tan arriba, es tan solitario... Además, fue siempre el hogar de Jon, no el de mi hermana. El recuerdo de su esposo estará en cada piedra. La conozco bien. Necesita el consuelo y el apoyo de su familia y amigos.— Tu tío está en el Valle, ¿ no? Tengo entendido que Jon lo nombró Caballero de la Puerta.— Brynden hará todo lo que pueda por ella y por el niño— asintió Catelyn—. Eso me tranquiliza un poco, pero...
— Ve con ella— le pidió Ned—. Llévate a los niños. Animad los salones con ruido, con gritos, con risas. Su hijo necesita la compañía de otros niños, y no podemos dejar sola a Lysa en estos momentos.
— Ojalá pudiera seguir tu consejo— dijo Catelyn—. La carta traía otras noticias. El rey está de camino hacia Invernalia, viene a buscarte.
Ned tardó un momento en entender qué le decía, pero cuando lo comprendió desapareció la nube que le oscurecía los ojos.—¿ Robert viene hacia aquí? Catelyn asintió, y el rostro de su esposo se iluminó con una sonrisa. A ella le habría gustado compartir su alegría. Pero había escuchado las habladurías en los patios: una loba huargo muerta en la nieve, con un asta rota en la garganta. El miedo le atenazaba el estómago como una serpiente que se le enroscara en las entrañas, pero se obligó a sonreír para aquel hombre al que amaba, aquel hombre que no creía en los presagios.
— Ya me imaginaba que te alegrarías— dijo—. Tenemos que avisar a tu hermano, que está en el Muro.
— Desde luego— asintió Ned—. Ben no se lo perdería por nada del mundo. Le diré al maestre Luwin que envíe su pájaro más veloz.— Ned se levantó y la ayudó a ponerse en pie—. Ese hijo de... ¿ Cuántos años han pasado? ¿ Y no se le ocurre avisarnos con más antelación? ¿ Decía el mensaje cuántas personas venían en el grupo?
— Calculo que, como mínimo, cien caballeros, con todos sus criados, y por lo menos cincuenta jinetes libres. También vienen Cersei y los niños.
— Robert querrá que vayan cómodos, no forzará mucho la marcha— dijo él—. Mejor, así tendremos más tiempo para los preparativos.— Con el grupo viajan también los hermanos de la reina. Ned hizo una mueca. No sentía el menor afecto hacia la familia de la reina, y era recíproco. Catelyn lo sabía muy bien. Los Lannister de Roca Casterly se habían unido muy tarde a la causa de Robert, cuando la victoria ya estaba asegurada, y eso no se lo había perdonado jamás.
— En fin, si por el placer de tener aquí a Robert tengo que pagar soportando una plaga de
Lannisters, qué le vamos a hacer. Por lo visto Robert se trae a la mitad de su corte.— A donde va el rey, el reino lo sigue— señaló Catelyn.— Tengo muchas ganas de ver a los chiquillos. El pequeño todavía mamaba del pecho de la
Lannister la última vez que nos encontramos. Ahora debe de tener ya cinco años, ¿ no?
— El príncipe Tommen ha cumplido ya los siete. Tiene la edad de Bran. Por favor, Ned, cuidado con lo que dices. La Lannister es nuestra reina, y se dice que su orgullo crece con cada día que pasa.
— Tenemos que organizar un banquete con trovadores— dijo Ned apretándole la mano—, faltaría más, y seguro que Robert quiere salir de caza. Enviaré a Jory hacia el sur con una guardia de honor para que los reciba en el camino real y les proporcione escolta hasta aquí. Dioses, ¿ cómo vamos a dar de comer a tanta gente? ¿ Y ya están en camino? Ese condenado... Voy a darle de patadas en su culo de rey.
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