CAMPEONATO DEL MUNDO INDIANAPOLIS 2002
porque yo adoro representar a mi país en competiciones internacionales”), pero hay que cambiar
de tema. Porque la noticia saltaba en el Conseco Fieldhouse.
“Si una selección norteamericana formada por jugadores NBA perdiera un partido oficial contra otro
equipo, doce individuos tendrían que cambiar de identidad”. Cuidado que lo tenía asumido Jason
Kidd cuando formaba parte de este equipo, sólo unos meses atrás. Al menos el base de los Nets se
libró de la pesadilla que tan sucintamente resume Ben Wallace: “Tendremos que vivir con ello el
resto de nuestras vidas. Por lo menos, así aprenderemos a respetar este juego y a los rivales”.
Y es que fueron demasiados pecados: nimia preparación de sólo trece días, total desconocimiento
de los rivales (en ocasiones, parecía que el 'scouting' lo hacían en la primera mitad de cada duelo.
Contra Argentina, sin ir más lejos, al descanso ya iban 37-53), nula capacidad ofensiva ante
defensas zonales, absoluto desinterés del público (el día del encuentro ante los sudamericanos,
había más camisetas del Boca que banderas con barras y estrellas, inferioridad que ante los
yugoslavos se multiplicaría considerablemente)…
Con todo, lo más importante lo apuntaba Vlade Divac: “No os equivoquéis. Yo valoro a este
conjunto americano, pero no es un verdadero 'dream team'. Eso existió en el pasado. Por nuestra
parte, no es que pensemos que podemos ganarles; es que sabemos que podemos ganarles. Ellos
no entrenaron mucho y esperan vencernos con relativa facilidad, pero algunos estamos aquí para
hacer historia. Siempre es bueno formar parte de ella, ¿no?”.
Total, que aparecen los Nocioni, Scola, Oberto… y Cía. y les pintan la carita: 80-87. Fin al mítico
58-0 estrenado por Johnson, Jordan, Bird, Malone, Barkley, Robinson, Drexler, Mullin, Ewing,
Stockton, Pippen y Laettner. ¿Qué, alguien se atreve a comparar? “Faltaban diez segundos,
ganábamos por nueve, y a mí se me venía a la cabeza la imagen de Reggie Miller metiendo tres
triples seguidos en el Madison. ¡Joder, boludo, si el sueño de mi vida era llegar a la selección de
Bahía Blanca…!”. Desde luego, ni el base titular de los vencedores, Juan Ignacio 'Pepe' Sánchez,
se lo creía por completo. Tampoco resultaba sencilla la cosa para los locales, por muy Antonio
que te llames y Davis que te apellides: “Estoy avergonzado. I'm embarrased, I'm embarrased…
Ahora podremos ganar el oro, pero siempre seremos 'ese' equipo”.
Ya lo hubiese firmado más de un directivo de la organización, sí señor. Y de dos, ya que para eso
antes tenían que cargarse, en cuartos de final, a una Yugoslavia que continuó siendo irregular
(antes de la última jornada de la segunda fase, todavía podía quedarse fuera de los ocho primeros
puestos) hasta el minuto 35 de dicho encuentro (69-59). Entonces, Gurovic encadenaba tres triples
consecutivos (mal defendido), Bodiroga le confeccionaba un traje a medida a su defensor Davis (no
Baron, sino Antonio. Mal elegido el emparejamiento) y el resto de compañeros firmaban un pleno
con los últimos siete tiros libres que dispusieron al recibir continuas faltas (mal ejecutado. ¡Estos
tíos las suelen meter!). En fin, que 78-81 y Estados Unidos fuera de la lucha por el podio, algo que
no les sucedía desde 1978, cuando enviaron a competir a una formación compuesta por religiosos
de Atletas en Acción.
“Lo siento, lo siento de veras, sobre todo por los jóvenes”. Reggie Miller (sólo Elton Brand y él
permanecieron en el parqué del Consejo Fieldhouse hasta haber felicitado a todos y cada uno de
sus verdugos) era el más profesional para dar la cara ante el aluvión de excusas posteriores: “Está
claro que debemos llevar a los mejores. Ahora yo pienso en Shaq o en Kobe, como hace todo el
mundo” (Paul Pierce). “Necesitamos una verdadera estrella: Kidd, Allen… Además, nos hemos
encontrado con un play off a primeros de septiembre” (George Karl). “El problema es que tenemos
un seleccionador de dos semanas, en vez de dos años, que es como debería ser” (Isiah Thomas).
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ