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CAMPEONATO DEL MUNDO ATENAS 1998
Los argentinos se mostraron irregulares y terminarían en el octavo lugar. Nunca tuvieron un día bueno sus hombres básicos( Nicola, Sconochini, Oberto y Espil) al unísono, mientras que dos jóvenes se marcharon del campeonato prácticamente en blanco: Pepe Sánchez, que no anotó ningún punto, llegaría luego a jugar en la NBA, mientras que Manu Ginóbili se proclamaría campeón de la misma con San Antonio Spurs.
YUGOSLAVIA RECUPERA EL TRONO A BASE DE DEFENSA
YtrassufrirtremendamenteenlasemifinalanteGrecia, alaquenopudovencerhastala prórroga después de un“ no partido” que terminó al cabo de los 40 minutos reglamentados con un paupérrimo empate a 57. Menos mal que en la prórroga, y ya con el encuentro roto, metieron todo lo que no habían metido antes para terminar con un 78 a 73, en una demostración de maestro de Bodiroga que dejó a los locales con la miel en los labios y la frustración por no haber podido revivir las escenas de once años atrás.
De aquella gesta quedaba en pista Fassoulas y en el banco Yannakis. El pívot ayudó más como amalgama de voluntades que como jugador, aunque sus largos brazos aún hicieron rectificar no pocos lanzamientos. El equipo estaba hecho a imagen y semejanza del entrenador y ex base: guerrillero y con escasa disposición táctica. Desde el alero, con Alvertis y desde el pívot, con Economou llegó el mayor peligro, mientras que Rentzias estuvo muy tapado por los muchos minutos de Fassoulas y el base Koronios jugó más de lo que hizo jugar a sus compañeros. Estaba a años luz de su antecesor Yannakis, por ejemplo.
La semifinal que enfrentaba a Rusia y a Estados Unidos también fue tremendamente igualada y se resolvió por una sola canasta a favor de los de Serguei Belov, el mítico alero que tantas veces se enfrentara a los norteamericanos con desiguales resultados. Rusia encontró a otro Serguei, en este caso Babkov, para abrir una vía de agua en la línea de flotación americana. En cada partido los de Tomjanovich tuvieron una cruz con la que cargar. En este caso fue definitiva, ya que el escolta que triunfara en el Unicaja de la ACB les metió nada menos que 30 de los 66 puntos que anotaran los rusos. Ellos se quedaron en 64.
Los Estados Unidos tendrían que conformarse con un tercer lugar en el podio, peldaño al que accedieron tras derrotar, por 84 a 61 en el partido por la medalla de bronce, a una Grecia desfondada, que no tuvo brío ni resuello para afrontar el último envite. Pudo más el orgullo de unos jugadores que ni por lo más remoto soñaron verse en una situación similar. Jornaleros, algunos muy buenos, que se ganaban sus dólares en el baloncesto europeo, se fajaron en Atenas con todo el entusiasmo del mundo. Ni un partido les fue fácil, pero en ninguno rehusaron la pelea. Lo mejor que se puede decir de ellos es que aceptaron desde un principio su papel y se esforzaron cada minuto que estuvieron en cancha. Alexis, Oliver y Sasser, los tres con experiencia ACB, fueron desde las alas los mejores de un equipo que tenía que haber sido de ensueño y que se quedó en de faena. Pero eso sí, con el tercer metal colgado de sus cuellos.
En la final se presentaron Yugoslavia y Rusia, los mismos que comenzaron el campeonato emparejados en el mismo grupo. Aquel primer enfrentamiento se saldó con victoria yugoslava en la prórroga. Diez días después volvieron a imponerse los de Obradovic en un encuentro tremendamente táctico, lentísimo y con un resultado indigno de una gran final: 64 a 62 para los balcánicos. A falta de calidad, emoción. Y no es que no hubiera jugadores de talento entre ambas selecciones, pero prefirieron ajustar al máximo, antes que éste, el talento, pudiera desbordarse. Jugaron Obradovic y Belov más al ajedrez que al basket. Y el rey de la final no fue Bodiroga, como quizá cabría esperarse y más tras su exhibición en la semifinal. Tampoco Djordjevic.
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