CAMPEONATO DEL MUNDO CANADA 1994
FRACASO DE CROACIA
A estas alturas de competición la impresión generalizada de que Croacia es la pequeña
alternativa al combinado estadounidense se haya inmersa en muchas dudas. Rusia ha mostrado
una cara mucho más atractiva, mientras que los croatas han dilapidado gran parte del crédito
alcanzado en los Juegos de Barcelona. La desaparición de Drazen Petrovic les ha dejado sin líder
y Toni Kukoc no ofrece síntomas de poder llenar el hueco, más preocupado de renegociar su
multimillonario contrato con Chicago Bulls, que de asumir la responsabilidad en el grupo.
Giuseppe Gierga, seleccionador croata, no consiguió espantar los males que alejaron a su equipo
de la final en el último Europeo. Individualismo e indisciplina se conjugan en un grupo que ofrece
menos de lo que su talento podría ofrecer. Pese a todo, los croatas no tienen problemas en
liderar su grupo en la segunda fase con insultante comodidad. Ganan sus tres partidos por una
diferencia media superior a la treintena de puntos y se presentan excesivamente confiados a las
semifinales. Les acompañará la selección griega tras imponerse con muchos apuros a Canadá en
un ambiente más favorable al equipo heleno que a los anfitriones con las quejas lógicas del
seleccionador Ken Shields: “Entiendo que en Toronto exista una colonia muy importante de
griegos, croatas, chinos pero resulta difícil asumir que no tengas el apoyo de tu propio público”.
Razones sobradas tenía para la queja dado que el público canadiense adoptó como suyo al
“Dream Team II” y se olvidó de su propia selección.
Los chicos de la NBA continuaron su lucha: desigual contra sus, imposible contra el pasado.
Sus palizas a Australia (130-74), Puerto Rico (134-83) y Rusia (114-94) siempre topaban con el
recuerdo dejado por sus predecesores en Barcelona. Y esa lucha contra el mito, esa pelea
desigual contra una situación irrepetible como fue la vivida dos años antes, aumentaba el mal
talante del grupo, mermaba la autoridad de Don Nelson y generalizaba las criticas hacia el
comportamiento de su miembros. El propio comisionado de la NBA tuvo que salir a la palestra
para recordarles que el prestigio de la organización que presidía estaba en sus manos.
Rusia se encuentra en las antípodas del “Dream Team”. No posee su talento, ni su capacidad
física, pero vence con holgura en disciplina táctica y disposición para participar en un Campeonato
Mundial. Sergei Belov aprovecha al máximo las virtudes de sus hombres y el bloque conjuga
perfectamente juventud y veteranía. Tras sus triunfos autoritarios contra Puerto Rico (101-85) y
Australia (103-76), los rusos se presentaron a jugar contra los estadounidenses sin complejos de
ningún tipo, con el único objetivo de divertirse y conseguir que los aficionados lo pasaron bien.
No solo alcanzaron ambas metas sino que su juego, sencillo pero eficaz, puso en muchos apuros
a los hombres de Don Nelson, que necesitaron recurrir a todo su potencial para imponerse
finalmente.
NI EQUIPO, NI ENSUEÑO
Las semifinales ofrecieron dos espectáculos dispares. Anodino y sin emoción el monólogo de
Estados Unidos frente a Grecia; emocionante y disputado el duelo entre croatas y rusos. Don
Nelson repartió el esfuerzo de sus hombres para conseguir el paso a la final (97-58) frente a una
Grecia que, consciente de la imposibilidad de la sorpresa, reservó energías para el encuentro del
día siguiente con la medalla de bronce en juego.
Rusos y croatas se dejaron hasta el último aliento en su duelo por estar en la final. Radja, Komacek
y Kukoc por parte croata y Kissourin, Babkov, Bazarevich y Mijailov, por el lado ruso, se mantuvieron
en la cancha durante más de treinta minutos cada uno. El desgaste pasaría factura al día siguiente,
pero nadie pensaba en la lucha por el oro: la autentica final para ellos se disputaba en esos
momentos.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ