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CAMPEONATO DEL MUNDO BRASIL 1954 universitarios estadounidenses acaparan medallas de oro en las citas olímpicas, la NBA se asienta y ofrece cobijo y dinero a los jugadores que acaban su ciclo universitario. El Mundial es otra cosa, algo que no atrae a los dirigentes del baloncesto estadounidense, y a Brasil vuelven a enviar una selección de poco calado, compuesta por jugadores blancos -aunque ya quedaba poco para que los jugadores negros adquiriesen el protagonismo que reclamaban y merecían- que participaban en campeonatos estatales y que nunca alcanzarán la categoría de profesionales en la NBA. Pese a todo, aquel equipo que no se hallaba entre los mejores que Estados Unidos hubiera podido formar, tenía un buen nivel, sufi ciente para plantar cara a los brasileños, máximos favoritos, y conseguir el título mundial sin conocer la derrota. Los dos grandes favoritos siguieron tácticas opuestas: los norteamericanos escondieron sus cartas hasta el momento decisivo; los brasileños las mostraron ante el jolgorio de su entusiasta “torcida”. En la primera fase, Estados Unidos se impone contundentemente a Perú (79-49) y Canadá (59-37) pero no parece gran cosa. Brasil, sin embargo, se da un festín a cuenta de Filipinas (99-63), la máxima anotación del campeonato y resuelve sin problemas ante Paraguay (61-52). En los otros grupos, Uruguay y Francia pasan por delante de Yugoslavia no sin un grave escándalo que comentaremos más adelante, mientras que Formosa, Israel y Chile recurren a la diferencia de puntos favorable a los dos primeros para decidir la clasificación, después de ganar un partido cada equipo. Brasileños y norteamericanos contaban con fuerzas muy similares. Los anfitriones han incorporado a jugadores al equipo base que finalizó en cuarta posición en el Mundial de Argentina y que había acudido a los Juegos Olímpicos de Helsinki. Entre estas caras nuevas sobresalen dos futuras leyendas del baloncesto mundial: Wlamir Marques, que con apenas 17 años se convertirá en el máximo anotador del equipo, y Amaury Pasos otro joven que había sido elegido mejor jugador del campeonato paulista ese mismo año. Además contaban con un buen ramillete de veteranos como el capitán Bonfietti (conocido como Angelim), que ya estuvo en la primera edición del campeonato mundial, y Mair Facci, destacado miembro en los Juegos de Helsinki al igual que Almir de Almeida. En el bando estadounidense destacan Joe Stratton, la estrella de este equipo, William Johnson, Kirby Winter y Eddie Solomon. Pero los norteamericanos contaban con la fuerza del bloque como su mejor arma y practicaban una excelente defensa. Durante la fase final ambos equipos dejaron claro que la noche del 5 de noviembre se verían las caras con el titulo en juego. Brasil fue desembarazándose de sus rivales con autoridad entre el alborozo de sus seguidores tan incansables en sus gritos de aliento como confiados en las posibilidades de sus hombres. Formosa (61-44), Israel (68-46), Canadá (82-67), Filipinas (57-41), Francia (49-36) y Uruguay (60-45) no pueden contrarrestar el poderío ofensivo de los brasileños. Estados Unidos, por su parte no fue menos. Se deshace sin esfuerzo de Filipinas (56-43) y Francia (70-49), pasa apuros ante los duros uruguayos (64-59) y vapulea a Canadá (84-50), Formosa (72-28) e Israel (74-30). Sutilmente, el técnico Warrem Womble había moldeado una gran defensa, cuyos efectos se harían notar en el partido por el titulo. Además, el cuerpo técnico estadounidense había estudiado hasta la saciedad los movimientos de ataque de los brasileños y había elaborado el antídoto oportuno. Llegado el momento de la verdad, el flamante Maracanazinho era una fiesta. Los más de 35.000 espectadores que abarrotaban la cancha celebraban por adelantado el titulo. Es estruendo del famoso carnaval carioca se quedaba pequeño ante los decibelios que se hubieran podido medir en el interior del recinto. Pero, como ocurriera en el ya mencionado Mundial de futbol, el 23 FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ