¿Quién soy yo? ¿es así su oración todos los días cuando está en su devocional? Señor ¿Quién soy yo para poder acercarme a ti y recibir tus bendiciones? ¿Quién soy yo para ser instrumento en tus manos para la extensión de tu reino? ¿Quién soy yo para dirigir a tu pueblo a la verdad del evangelio? Esa perspectiva correcta, no es de baja autoestima, sino del concepto adecuado de la antropología bíblica; de la perversión total humana, de la incapacidad total humana. Tal perspectiva exalta la gloria y la magnificencia del poder de Cristo y la acción del evangelio. Podemos usarla para decir ¿Quién soy yo para hacer esto delante de Dios?
David dice, para que pudiéramos ofrecer voluntariamente cosa semejante. Indudablemente Dios ha capacitado a muchos de sus líderes y sus creyentes para hacerlos útiles en las manos del Señor para llevar el evangelio, fundar iglesias, desarrollar conocimiento, escribir, publicar. Muchos creyentes verdaderos son instrumentos en las manos de Dios. Son vasos para la extensión del reino. Instrumentos poderosos a través de las redes sociales y diversos medios para la extensión, afianzamiento y consolidación de la doctrina. ¡Gracias a Dios por esos instrumentos! Pero cada uno debe pensar adecuadamente de sí mismo.
La biblia dice: nadie tenga un concepto de si más alto del que deba tener, sino piense de sí con cordura. Lo que debe pensar con cordura es ¿quién soy yo para ser llamado hijo de Dios? ¿quién soy yo para ser llamado instrumento en las manos de Dios? ¿quién soy yo para llegar a ustedes y llamarles la atención con relación a este concepto? ¿quién soy yo para ofrecer voluntariamente cosas semejantes?
Pastor
Ismael Quintero Rojas
El pensamiento concluye diciendo: “Porque todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos”. Es una pregunta retórica que el mismo rey David lleno del Espíritu Santo responde. ¿Quién soy yo, porque todo es tuyo? ¿Cómo ofrecer de lo que es tuyo? ¿Cómo dar de lo que es tuyo y presumir que es mío? ¿Cómo sentirme satisfecho de hacer algo de lo cual no puedo sentirme satisfecho? Porque aún nuestras mejores obras son como trapos de inmundicia. Queridos hermanos, esta reflexión es para llamar la atención porque muchos pensamos que tenemos la doctrina correcta y somos buenos apologetas y defensores. Pero a veces lo hacemos con soberbia, con altivez, con arrogancia. Pensando que somos mejores que otros hermanos que tienen otro tipo de pensamiento o que no han sido alumbrados adecuadamente con la luz del evangelio para llegar a la verdad. Si nosotros tenemos esa luz, entendemos la doctrina, la podemos presentar y tenemos resultados en el ministerio, no es por lo que somos, sino por lo que Dios es. No es por lo que soy y mis dotes y cualidades, las cuales no son ningunas, sino es por lo que Cristo es. “Porque todo es tuyo y de lo recibido de tu mano te damos”. Es decir, es un acto de negligencia no ofrecer de lo que Dios ha puesto sobre nosotros. Pero es un acto de gran arrogancia presumir que lo que ofrezco o doy, proviene de mí. Es un acto de profunda altivez pensar que doy de lo que tengo, pero es un acto de mucha negligencia y descuido no ofrecer de lo que Dios ha puesto sobre mí.
¡Dios nos ha dado dones usémoslos para su gloria! Extendamos su reino, pero hagámoslo con gratitud, humildad, sencillez y gozo. Descansando en Él, porque todo es de Él y ¿quién soy yo? y ¿quién es nuestra iglesia para que ser llamados hijos de Dios y ser instrumentos en sus manos? Ruego al Señor que esta meditación sea fijada, en el corazón de cada uno de ustedes, que con profundidad de corazón y sencillez digamos: Señor perdónanos porque no somos nadie frente a ti. No somos nadie ante tu gracia, bondad y santidad. Por el contrario, somos míseros, mendigos, como un gusano. Pero por la gracia del Señor somos lo que somos y podemos ser instrumentos en sus manos y extender su reino por su infinita bondad.
Que el Señor les bendiga
Citas tomadas de la RVR-95
Pastor Ismael Quintero Rojas
25 de marzo de 2016 – Bogotá D. C.