Perspectivas acerca de la Militancia Política de Oficiales de culto, a partir del libro de Hageo
“Vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote” Hageo 1:1
En las páginas de las narrativas bíblicas resuenan las voces de los profetas, quienes avivados por el impulso del Espíritu Santo, llamaban una y otra vez al pueblo a despertar ante situaciones de corrupción moral, exilio o conformismo. Hageo nos presenta brevemente la acción del profeta que desea movilizar la pesada rueda de la apatía del pueblo y sus líderes. Al mismo tiempo, puede plantear un análisis frente a la vieja tendencia de ciertos oficiales de culto a vincular su ministerio con la actividad política.
Empecemos reconociendo la intervención de Dios en eventos significativos de la historia de Israel, dentro de los cuales el cautiverio no fue la excepción. Justamente el libro de Hageo es un testimonio de ello. En este escenario, ocurrió el claro perfilamiento del liderazgo israelita compuesto por tres enfoques sobresalientes: el profetismo, el sacerdocio y el gobierno político (Hageo 1:1). Las Implicaciones de este perfilamiento han sido problemáticas en la historia del cristianismo. Constantemente se ha planteado si es ético que los oficiales de las iglesias, que a decir verdad tienen más talante de profetas que de sacerdotes (Hechos 14:15; Colosenses 1:28; 1 Juan 1:2-5), deberían o no dedicarse a la actividad política, ya sea mediante la abierta militancia o la directa participación. Quienes lo defienden, insisten en mostrarse como vanguardistas del evangelio, pero en realidad son representantes de un pensamiento equivalente al periodo jurásico.