BRUJULA TEOLOGICA SEPTIEMBRE 2017 | Page 27

que consideran que ellos pueden vivir vidas inmundas y sin piedad; sólo con la premisa retórica de la salvación aplicada. Si bien es cierto que la salvación es segura y la gracia inmerecida; debemos manifestar con obras producidas por el Espíritu Santo, que hemos sido considerados dignos receptores de tan maravillosa bendición.

Entonces cuando el texto dice: “que el justo por la fe vivirá”; implica acciones responsables y evidentes de vida nueva. No hace mención solamente a verdades conceptuales, sino a verdades encarnadas en el modo de vida cristiana. Por consiguiente, lo que afírmanos es que la gracia no es solamente afirmar conceptos y descansar en promesas, sino atestiguar estos conceptos con la vida. La gracia entonces se vive y se encarna. Gracia es ver lo que ha sido obrado por fe y se ha imputado por justicia. Sin estas evidencias de piedad o fruto de vida nueva, negamos los conceptos y verdades que profesamos. Una religión muerta se basa en principios o conceptos y no se atestigua con acciones. Cuando la biblia habla de obras de fe, se refiere a expresiones de la gracia y no a medios para adquirirla o conservarla. Recordemos que la gracia es permanente, eficaz y segura. Sin embargo, las obras son testigos elocuentes o acciones piadosas disientes de la gracia que se nos ha otorgado. ¡Esto es gracia!

Si decimos creer en Jesús; un resultado de nuestra fe en Él, ha de ser las obras de justicia que debemos evidenciar en el caminar diario. La fe promueve las obras en el cristiano. “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Stgo. 2:17). Negar que la gracia produce fruto y acciones de piedad, no es gracia. Sería una religión muerta y en el peor de los casos, una vida perversa, confiando equivocadamente en premisas bíblicas. La verdadera religión, se manifiesta con la fe de las obras y el testimonio de vida nueva. Por lo tanto, la gracia conlleva imperantemente a una vida de santidad. Sólo de esta forma; el justo vive por fe y para fe. La fe que obra es prácticamente la razón fructífera del nuevo nacimiento. Y no de una vida religiosa y perversa. “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Jd. 1:4).

Al respecto la pregunta que la misma escritura nos plantea es: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera” (Rm. 6:1, 15).