entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.” El profeta pudo conocer al justo y al Salvador, de esta manera podemos reconocer que la justicia divina va encaminada hacia el perdón; Y de este perdón se apega el Apóstol pablo para establecer en las iglesia neo testamentarias la saludable y gloriosa doctrina de la justificación.
Al predicación de las buenas nuevas está estrechamente enlazado con la gracia y la misericordia, toda vez que por gracias somos salvos, alcanzados por la misericordia de Dios, bien lo expresa el Apóstol pablo en Romanos 1:16-17 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” Mejor no puede expresarlo el Dr. H.J Jager “Pablo no quiere decir simplemente que el evangelio nos cuenta que el Señor es Justo, Sino que por el evangelio se revela la justicia salvadora de Dios. Por eso esta justicia se hace activa; los atributos o virtudes de Dios obran, están o inciden en la vida de los creyentes” Dr. H.J. Jaguer
El Apóstol Juan también es conocedor de la justicia divina y lo expresa añadiendo que Dios no solamente es Justo sino que es fiel, podemos tener la certeza que Dios nos perdona en su justicia a sabiendas que él no puede fallarse a sí mismo, él no puede incumplir su pacto; lo ratifica en su escrito: 1 de Juan 1:8-9 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
Concluyendo, se puede establecer que la justicia salvífica de Dios se revela justificando al pecador, El apóstol pablo nos hace un maravilloso inventario de la justificación divina a favor de los hijos de Dios que vienen a el arrepentidos. Gálatas 2:16 “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.”
La justificación no es otro acto más glorioso que aceptar por medio de la fe el sacrificio de Cristo en la cruz a nuestro favor, pero ese merito no es nuestra fe en sí misma, sino en Cristo quien se entregó por nosotros.