BRUJULA TEOLOGICA SEPTIEMBRE 2017 | Page 14

Josué Daniel Aya

Pastor. Bogotá.

Colombia

¿Le ha ocurrido que usted desea tener una atención especial a alguna persona a la cual usted le está altamente agradecido o le guarda un afecto especial? Quizás, con mucho esfuerzo la invita a un selecto restaurante y permite que él o ella elijan de la carta lo que les apetezca, sin reparo, sin remordimiento, sin tacañería de su parte, disfruta el momento, hay risas, miradas de agradecimiento, una interesante y amena conversación, después de este esperado momento se ha llegado la hora de pagar la cuenta,

hora de pagar la cuenta, el mesero muy bien portado se acerca con un elegante y discreto cofre donde está el monto a cancelar y dos esquistos dulces, Usted se dispone a sacar el dinero de su billetera y cancelar la cuenta, cuando de repente e inhóspitamente su invitado le aventaja y deposita más del valor en el cofre y le dice al amable mesero: “tranquilo, quédese con el cambio” Usted, por su puesto se siente avergonzado, como es posible que su invitado resulta pagando la cuenta, una y otra vez usted trata de persuadirlo para que este acepte recibir el valor cancelado, pero él insiste y dice: “No se preocupe, yo pago la cuenta” Atónito y sin aliento, no le queda más remedio que aceptar esperando una nueva oportunidad para reivindicarse.

Cuando pensamos en deudas, vaya que si tenemos una, y bien grande por cierto, es tan grande que no la podemos cancelar ni con nuestra propia existencia, somos deudores a Dios; debemos entonces acudir a su justicia para poder saldar dicha deuda. Pero nos atañe observar la palabra justicia para encontrar el camino correcto hacia el paz y salvo divino.

“Cuando se habla de justicia, generalmente se asocia con castigo, juicio, fusilamiento, horca, venganza y desquite. Me parece que muchos lectores de la biblia se sobrecogen cuando oyen o leen algo sobre la justicia de Dios, y que en todo tipo