del pueblo de Dios, el llamado es a estar en paz y armonía con todo el mundo. Siempre la propuesta es guerra, combate y protesta. Todo el sistema profético y sacerdotal, además del judicial, debían protestar, denunciar y combatir el error. La iglesia que no protesta o no es iglesia verdadera o se está desnaturalizado de su deber ser. Por tanto, el llamado es a considerar las bases del cristianismo, y como en el siglo XVI, volver a la fuente. La reforma, es volver a la forma, para acomodarse al diseño genuino del Señor.
¡Si no protestamos dejamos de ser! ¡Sin protesta la iglesia muere o se mimetiza con una sociedad engañosa y perversa! La protesta es la forma como hace apologética. Es la forma como se mantiene viva. Es la forma como confronta el error y denuncia las injusticias. El contenido de la protesta es la escritura y su propósito es la gloria de Dios, indicando el camino que es Cristo. Nuestra protesta no es política, ideológica o humana. Contendemos ardientemente por la fe del evangelio. Denunciamos las fabulas artificiosas y trazamos bien la palabra de verdad.
Al igual que en el primer siglo de esta era, somos llamados a presentar defensa coherente y ajustada a la verdad de quien demande razón de la esperanza que somos depositarios. Como en el siglo XVI, debemos ser valerosos en denunciar el error y anunciar el evangelio, sin diluirlo, no acomodarlo a nuestros intereses. Como en el reporte de los espías, los cobardes sucumben y los valerosos protestan con provisiones celestiales. Queridos hermanos, los estandartes de la fe bíblica se mantienen incólumes en toda época de la historia. La iglesia se establece y permanece por la gracia incomparable de Cristo. No hay ataque, medio o razón que destruya la fe dada a los santos. Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.
Por favor, iglesia, protestante, no eludan este título. Lejos de ser ofensivo es un recuerdo latente de la naturaleza práctica del llamado cristiano. Seguir a Cristo es tomar su cruz. Es una cruz de protesta. Es una fe de radicalidad. Nuestra fe está llena de historia. De tal historia, dan testimonio una nube de testigos mártires que nos han antecedido. El final de la protesta puede ser muerte a los protestantes, pero gloria celestial a los mártires. Si el carácter es piadoso, la ética es razonablemente bíblica y el contenido es correcto: ¡protesten! ¡No tengan temor, denuncien y anuncien! ¡Profesen y protesten! La profesión sin protesta es muerta y la protesta sin profesión es rebeldía. ¡Que el Señor nos ayude a vivir como protestantes que profesan piedad! Entonces: ¡a protestar… protestantes!
Reflexión pastoral
Pastor Ismael Quintero Rojas
17 de septiembre de 2017 – Bogotá D.C.