algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”(Gál. 2:11-14).
A su discípulo Tito, también le instruye en lo referente a la defensa de la verdad y la denuncia de los falsos maestros y sus enseñanzas. Todas estas son acciones legítimas de protesta. “Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, 14no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Tt. 1:13-14). “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (Tt. 2:15). En tal sentido, el título que se otorgó a los cristianos del siglo XVI, es acorde al llamado de la iglesia y las instrucciones de Cristo y los discípulos en defensa de la fe. No es un título nuevo. El título, lo que indica, es que los creyentes son los que protestan o denuncian lo que no está acorde a la verdad, basados en las escrituras.
Tanto Pablo, como los apóstoles y los reformadores; lo que hicieron fue protestar, teniendo como base fundamental y exacta las sagradas escrituras. Entonces, todo cristiano, es llamado a protestar. La iglesia verdadera siempre ha protestado. Cuando pierde su naturaleza de verdad y su sentido de protesta, se desnaturaliza y se mimetiza en un mundo desviado y malvado. Una iglesia que no protesta es cobarde y pusilánime ante el urgente llamado de defender y promover la verdad, aun dando la vida por ella. Es interesante, que los mismos antagonistas del cristianismo del siglo XVI, pretendan ofender a los predicadores y cristianos, con un título peyorativo o displicente, que habla de la esencia misma de la fe bíblica. Dicho de otra manera, los ofenden diciéndoles la verdad de su llamado. En tal sentido, esto se constituye en un gran desafío aun desde las tinieblas, a pregonar ardientemente el evangelio y combatir celosamente por la verdad. “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jd. 1:3).
Solo con acciones audaces de fe y obediencia la iglesia puede mantenerse como es su llamado natural, siendo columna y baluarte de la verdad. “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, 15para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Tm. 3:14-15). “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros,