Tal premisa sostiene que toda la creación, incluidos los ángeles, existen para la gloria del Creador. Sostiene que todos los hombres fuimos creados con un fin sublime, que es dar gloria al Creador y Redentor. No hay otros fines o propósitos más nobles, que vivir para su gloria. Esto implica reconocimiento, sujeción y adoración al que todo lo puede. Su gloria no puede ser compartida, dividida o demandada de manera digna por ningún otro ser, sistema o cosa. Quienes rinden culto a otros dioses, seres o cosas, incumplen deliberadamente el mandato sublime de la creación y redención. Esta premisa como las anteriores, además de anunciar la verdad suprema relacionada con la adoración exclusiva al Señor y Dios; denuncia las prácticas paganas de culto. Es decir, rechaza la adoración y veneración de los santos y de cualquier ángel, hombre o cosa.
Además, de estas cinco consignas tan valiosas, contundentes y desafiantes, el protestantismo, elaboró documentos históricos que son base para articular y sistematizar la fe bíblica. Entre estos documentos reconocidos como válidos y ajustados a la biblia están, las Confesiones de Fe, los Catecismos y los Credos ecuménicos. Algunos de estos documentos como los Credos pertenecen al periodo anterior al medieval. Entre estos documentos que regulan de forma correcta la doctrina bíblica enarbolada por el protestantismo histórico tenemos: Credo de los Apóstoles, Credo de Atanasio y Credo Niceno. Confesión de fe de Augsburgo; Confesión Escocesa; Confesión Helvética; Confesión de Westminster y Cánones de Dort. Catecismo de Heidelberg; y Catecismo Mayor y Menor de Westminster.
Tales documentos además de ser guías prácticas de fe, son sistematizaciones de la fe bíblica. Se constituyen en artículos apologéticos y de postura coherente en lo relacionado a la fe, doctrina y práctica cristiana. Se centran en el carácter de Dios, entendimiento del pacto, liturgia bíblica y doctrinas claves. Ensalzan las doctrinas de la gracia y los postulados de las 5 consignas antes descritas. Aunque estos documentos no presumen de ser inspirados; sí son bíblicos y fundamentan la doctrina de forma acertada. La suficiencia de las escrituras, el gobierno bíblico y la disciplina eclesiástica; son enseñanzas esenciales de estos documentos, que históricamente abraza la iglesia cristiana. El valor de todos ellos, no depende de quien los elaboró, sino de a quien honran y a quien exaltan.