BRUJULA TEOLOGICA OCTUBRE DE 2017 | Page 13

fuertemente la idea generalizada que la salvación se consigue mediante obras o esfuerzo humano. También rechaza la falacia que la salvación es un bien que el hombre elige y busca. Por el contrario, se afirma en la verdad escritural que la salvación es inmerecida y desmerecida de parte del hombre. Por consiguiente, exalta la obra del evangelio y la bondad eterna del Salvador para su pueblo. La gracia se basa en la obra de Cristo y no en ninguna obra nuestra. Los creyentes son salvos por gracia sin obras, para que por su gracia obren. “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Stgo. 2:17).

La doctrina de “solo Cristo” afirma que sólo hay un mediador y consumador de la fe y es Cristo. Es sólo mirando a Cristo y confiado en su sacrificio perfecto, que hay esperanza para pecadores destituidos de su gloria. La redención es exclusiva por la obra, sacrificio y justicia imputada, que nos viene de forma inmerecida para la salvación. Tal consigna afirma y centra la obra redentiva, únicamente en Cristo. Además, denuncia de forma fuerte y manifiesta, la mediación de los santos, los muertos, el papa, sacerdotes y la virgen. También, la intervención de la iglesia como dadora de gracia o los sacramentos. La expresión retórica sólo Cristo, no sólo pone el cimiento firme de la redención, sino que expone como erróneas y blasfemas las supuestas mediaciones, la penitencia y las indulgencias. ¡El culto cristiano es exclusivo para Cristo! ¡La redención pertenece solamente a Cristo! La iglesia, no los sacerdotes, ni ningún hombre o sistema, puede perdonar pecados y declarar justo y salvo a nadie. ¡Esta es obra exclusiva de Cristo! Todas las doctrinas de la gracia descansan eficaz y seguramente en Él. Adopción, justificación, santificación, satisfacción y demás, son obra sólo de Cristo. Todos somos pecadores y necesitamos del Salvador. La pluralidad de pecadores, solo recibe salvación del singular Salvador. ¡Que maravillosa y trasformadora verdad!

La doctrina de “solo a Dios la gloria”, afirma que el único digno de adoración y quien la demanda y la merece es nuestro Dios. Tal premisa sostiene que toda la creación, incluidos los ángeles, existen para la gloria del Creador. Sostiene que todos los hombres fuimos creados con un fin sublime, que es dar gloria al Creador y Redentor. No hay otros fines o propósitos más nobles, que vivir para su gloria. Esto implica reconocimiento, sujeción y adoración al que todo lo puede. Su gloria no puede ser compartida, dividida o demandada de manera digna por ningún otro ser, sistema o cosa. Quienes rinden culto a otros dioses, seres o cosas, incumplen deliberadamente el mandato sublime de la creación y redención. Esta premisa como las anteriores, además de anunciar la verdad suprema relacionada con la adoración exclusiva al Señor y Dios; denuncia las prácticas paganas de culto. Es decir, rechaza la adoración y veneración de los santos y de cualquier ángel, hombre o cosa.