continuó en sus caminos de desobediencia y murmuración contra El, caían y se arrepentían una y otra vez, y les fue imposible cumplir todo lo ordenado en la ley.
Cuando Jesús vino al mundo, el pueblo judío (nombrados así por los descendientes de la tribu de Judá, pero incluye a descendientes de otras tribus del Patriarca Jacob, quien era nieto de Abraham y fue llamado Israel por Dios) estaba sometido al Imperio Romano. y estaban desesperados, ansiosos de ver llegar al Mesías, quien según sus expectativas les sacaría de la opresión y la cautividad y los llevaría al estado de preponderancia que tanto habían soñado. Por esta razón, fue muy difícil para ellos aceptar, como el MESIAS prometido por los profetas, a un niño llamado JESUS, nacido pobremente en un pesebre, hijo de un carpintero y original de Nazaret, un pueblito que a duras penas aparecía en el mapa. Ellos siempre pensaron que su Mesías vendría para establecer Su Reino en esta tierra y de pronto tendrían la oportunidad de lograr algunos beneficios en el plano terrenal para ellos y sus familias.
El Apóstol Pablo, enviado por Jesús a predicar Su Evangelio entre los gentiles, estableció, inspirado por el Espíritu Santo, lo siguiente:
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Efesios 2:12-16.
Los pactos de la promesa fueron hechos a Abraham, antes de la expedición de la Ley y fueron refrendados por el Espíritu Santo, cuando inspiró al Apóstol Pablo a decir: ¨El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.¨ Gálatas 3:17.
Así mismo, reforzó más nuestra certeza con el verso 29: ¨Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.¨
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan 1:11-13. ¨Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero LA GRACIA y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.¨ Juan 1:17.