Cuando nos preguntamos: ¿miedo o injusticia? lo que realmente decimos es: ¿ley o gracia? Todo discurso dicótomo, polarizado y separatista es contrario a la voluntad del Señor, nocivo a la realidad humana y perjudicial a las relaciones interpersonales.
Acabamos de ver uno de los discursos en tal sentido: ¿guerra o paz? La guerra afincada en el pensamiento extremo de la ley, so pretexto de la justicia y la paz fundada en la gracia so pretexto de las libertades y derechos. ¡Ni la guerra, ni la paz! ¡Ni la muerte, ni la vida! ¡Ni la frustración, ni la ilusión!
¡Sólo evangelio!
Cuando vemos estos extremos y estos discursos articulados, pero sesgados; tenemos que ver el evangelio. Todo se resuelve en nuestro Creador y Redentor: Jesucristo. Todo se resuelve en el evangelio que es la norma graciosa del Señor para la vida. El evangelio, lejos de ser un extremo separado del otro, es una verdad objetiva, eterna, celestial y fiel que nos muestra el camino cierto en todos los aspectos de la vida. Cuando somos traídos al evangelio encontramos la coherencia del pensamiento. Vemos las realidades del dolor y el camino objetivo a la vida. Nos encontramos con las realidades comunes que afrontamos por el pecado, llámese división, egoísmo, muerte o violencia. Además, el mismo evangelio nos hace mirar arriba y ver la esperanza celestial que desciende a nuestro encuentro por su infinita y justa misericordia.
¡Solo el evangelio de nuestro Señor Jesucristo resuelve la distinción entre lo objetivo y lo subjetivo! ¡Entre lo absoluto y lo relativo! ¡Entre la ideología y la cosmovisión! ¡Entre la ley y la gracia! ¡Entre el miedo y la injusticia!