de quienes han estado actuando en oculto; pero existen y deben ser vistos, reconocidos, defendidos, además de promovidos. ¿Quién no quiere el respeto a los derechos de las mujeres, de los niños, los trabajadores y las minorías? ¿Quién no propende por la dignidad humana, la vindicación de sus derechos y la equidad social, religiosa, económica, entre otras?Es casi un sí rotundo, el que todos damos a estos planteamientos bien elaborados y abogando por la justicia social, la dignidad humana y los derechos de colectivos sociales.
No obstante, detrás de esta conceptualización hay toda una maquinaria oscura que no se visibiliza a simple vista. Es decir, hay todo un discurso hegemónico, sexista, racista, andrógeno y subversivo que no es fácil de reconocer. Lo piadoso o aparentemente loable del discurso se desmorona, al irnos adentrando con una mentalidad crítica.
Este es una amenaza manifiesta para las instituciones, el orden social y la realidad natural. Me permito presentar algunas de estas amenazas camufladas o mimetizadas en la inofensiva “ideología de género” o “enfoque igualitario”. Dichas amenazas de forma directa van contra la vida, la familia, el orden, lo natural y el desarrollo en su máxima expresión.
Discriminación
Llama la atención que, para abanderar un discurso de igualdad, derechos laborales, médicos, educativos y sociales se tenga que recurrir a categorías sexuales y patrones morales. Es un absurdo conceptual y natural abordar la discusión desde estos aspectos. Lo que indica claramente es que el propósito del discurso no es el fin del mismo. Una cosa es lo que dicen en la retórica y otra la que promueven solapadamente y a veces abiertamente. Se proponen una cosa y van por otra. Es una clara indicación de doble moral, oportunismo y sexologización de una sociedad. ¿Cómo pretender que un estado civil legisle en asuntos morales que son comunes a la conciencia de todo hombre y mujer? ¿Cómo pretender que un congreso que tiene la obligación de legislar en asuntos de vías, educación, economía, campo y política internacional, se ocupe e invierta gran parte de su presupuesto en causas que abiertamente van contra su deber ser y entran en el terreno de lo moral? Sabemos que los postulados morales, éticos, ontológicos, axiológicos y los asuntos de fe, son intrínsecos al ser, como parte del diseño y no son susceptibles de legislación política y civil. Lo que vemos aquí en el discurso ideológico es una demostración clara de oportunismo, al nivelar los asuntos de pretensiones perversas con la temática de legislación civil.