BRUJULA TEOLOGICA NOVIEMBRE DE 2016 | Page 11

mismo género. Decir que hay varios géneros o diversidad de genero; es claramente un discurso sin fundamento científico, racional y mucho menos real. Si existen por lo menos dos géneros, seriamos totalmente distintos el hombre y la mujer. Pero es llamativo que los que defienden los derechos hablan de pluralidad de géneros y singularidad de derechos y oportunidades. Es como decir, somos tan distintos, pero exigimos lo mismo. Es un contrasentido y un atropello a la inteligencia y al sentido común. ¿Cómo presumir que hay muchos géneros y todos deben ser tratados iguales? ¿Cómo demandar que los nuevos géneros que se desarrollen o legalicen, deben ser reconocidos y defendidos como iguales? Lo que podemos ver es que de forma natural, real y lógica sólo existe el género humano. Este género humano o de personas tiene biológicamente dos sexos: hombre y mujer. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:27). Podemos hablar de sexo, no de géneros. Entonces este discurso no se basa en la defensa de los valores de los hombres y las mujeres, sino en la estereotipación de esta condición para un discurso sexista, hedonista, perverso y subversivo en su máxima expresión.

Degeneración

Asumir este discurso contrario a la moral, a las leyes, a la anatomía y ontología natural es promover la perversión. Nuestras sociedades actuales como algunas sociedades antiguas estan caminando hacia la degeneración más crasa. Lo que estamos facilitando con este tipo de discurso y prácticas es que la familia, la iglesia y el estado, se degeneren al punto de perder su esencia y propósito. Una sociedad degenerada, corrompida y perversa, es una sociedad expuesta a la humillación, decadencia y miseria.

crasa. Lo que estamos facilitando con este tipo de discurso y prácticas es que la familia, la iglesia y el estado, se degeneren al punto de perder su esencia y propósito. Una sociedad degenerada, corrompida y perversa, es una sociedad expuesta a la humillación, decadencia y miseria. Si hay múltiples géneros y no sólo uno, no hay un diseño vital, original ni natural. Si hay diversos modelos de familia y no somos uno, entonces las bases de la sociedad se estremecen. Si hay libertad de elegir la condición y orientación sexual y las formas y propósitos de relacionarse, estamos ante un abismo de grandes proporciones. ¡Esto no puede llamarse desarrollo, derechos o igualdad! Este discurso peyorativo, discriminatorio, utilitarista y oportunista, no debe llamarse discurso de género, sino de degenero. “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza” (Rm. 1:24-26). Porque la aprobación de estas condiciones imaginarias es el derrumbe de las bases de toda sociedad y por supuesto del mensaje del evangelio. Es el retroceso, la degradación, la denigración de la vida, las instituciones y las relaciones.

Judicialización