esposa y madre vi que muchas veces esta tarea se había vuelto una pesada carga la cual hacerla no era un disfrute y tuve que pedir perdón a Dios por eso y pedir de él la gracia que se necesita para ejercer mi primer y más grande ministerio, mi familia. Muchas veces como mujeres llamadas al ministerio, invertimos el orden de prioridades dada por Dios, colocando el ministerio por encima de nuestras familias, atendiendo a personas en consejería, haciendo visitas, ayudando a otros a restaurar sus hogares, predicando, enseñando, etc., y no es errado esto, pero ¿qué de los hijos? ¿Quién los escucha a ellos? ¿Quién les enseña a conocer a Dios, quien les anima a leer la biblia, quien les ayuda a tomar la decisión de entregar sus vidas a Dios? Susana Wesley dijo que su método había sido la renuncia al mundo en un sentido literal, ella veía que había pocas personas que consagraban sus vidas por cerca de 20 años con la única esperanza de salvar las almas de sus hijos. A cuantos hemos llevado a Dios, y a cuantos de nuestros hijos les hemos dejado para que su oración de fe y de entregar sus vidas a Dios, la hagan otros, esta es una bendición que Dios me dio a mí, de llevar a mis dos hijos a aceptar a Jesús como el Señor y Salvador de sus vidas, y de estar al lado de ellos enseñándoles a tomar decisiones claves para sus vidas. No quiere decir esto que he dejado de lado el ayudar a otros haciendo obra pastoral y lo relacionado en la labor misionera, pero aprendiendo que hay prioridades y que como dice Eclesiastés 3, “todo tiene su tiempo y todo Dios lo hizo hermoso en su tiempo”. La inversión en tiempo, enseñanza, y en una vida a Solas con Dios fue la clave en Susana Wesley, ella puso en práctica “Si Dios no construye la casa, de nada sirve que se esfuercen los constructores. Si Dios no vigila la ciudad, de nada sirve que se desvelen los vigilantes.” Muchas veces el ministerio y la familia nos lleva a volvernos como la Marta, “afanadas y turbadas” con tantas cosas, pero solo una es necesaria, “estar a los pies de Jesús”. Muy a menudo se ve a los hijos como responsabilidades y estorbos y no como bienes. Pero la Biblia llama a los hijos "herencia de Jehová", una recompensa.
Los hijos son un regalo del SEÑOR; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero.
SANDRA J. RAMOS BUITRAGO
MISIONERA EN CHILE
http://en.wikipedia.org/wiki/Susanna_Wesley