si es que los hay, que consagrarían cerca de veinte años de su vida con la esperanza de salvar las almas de sus hijos”. Ante la insistencia de Juan para que publicara una guía para las madres, ella resaltó estos puntos en la conducta de una madre educadora: “Destruye el egoísmo de tus hijos y colabora en la salvación de sus almas. Enséñales a orar tan pronto empiecen a hablar. No les des nada que pidan con lloros, sino lo que pidan con educación. No castigues las faltas que confiesan en seguida y de las que ves que se arrepienten. No permitas que ningún acto pecaminoso pase sin castigo. No castigues nunca al niño dos veces por la misma falta. Alienta y premia la buena conducta. Fomenta el respeto por la propiedad ajena, incluso en las cosas insignificantes. Cumple todas las promesas que hagas a tus hijos. No obligues a trabajar a tus hijos antes de que sepan leer bien.”
Y no podría dejar de mencionar las grandes pruebas que vinieron a la vida de Susana, las cuales podrían haberla aplastado. Solamente nueve de sus diecinueve hijos sobrevivieron hasta la vida adulta; en un lapso de 4 años cinco de sus bebes murieron, incluyendo a sus gemelos y por el descuido de una empleada una hija quedó deformada para siempre, algunos de sus hijos tuvieron viruela y Samuel, su primogénito, no habló hasta los cinco años. Por otro lado, las deudas crecían y las finanzas eran difíciles. ¿Cómo una mujer frágil y ocupada con tantos hijos y tantas pruebas pudo ser capaz? la clave está en que aunque era una mujer por naturaleza frágil y ocupada con los muchos cuidados de su familia, cuando tenía ya nueve hijos, tomó la decisión de apartar dos horas cada día para estar a solas con Dios. Para ella, no importaba lo que ocurriera, al sonar el reloj ella sabía que su tiempo con Dios comenzaba, ella obtenía de Dios, en la quietud de su cuarto, todo lo que necesitaba. Desde el punto de vista puramente material, la historia de Susana fue de miseria, privaciones y fracaso, pero espiritualmente, fue una vida de riquezas verdaderas, pues ella nunca perdió sus altos ideales ni su fe.
Que trabajo tan loable el que Susana hizo en sus hijos. Una de las cosas que Dios me ha estado hablando es el aprender a disfrutar de las personas y de hacer algunas cosas. Hace un tiempo preparado una enseñanza basada en Proverbios 31, yo le pregunte a Dios, “y yo que” y Dios me dijo: “Sandra, tu no disfrutas” y pensando en mi labor como esposa y madre vi que muchas veces esta tarea se había vuelto una pesada carga la cual hacerla no era un disfrute y tuve que pedir perdón a Dios por eso y pedir de él la gracia que se necesita para ejercer mi primer y más grande ministerio, mi familia.