BRUJULA TEOLOGICA MARZO 2017 | страница 7

Sandra J. Ramos B.

Misionera en Chile

también podrían involucrarse en este servicio de amor. El entrenamiento que Susana Wesley dio a sus hijos fue mencionado en una carta que ella escribió a su hijo mayor, Samuel, el cual también llegó a ser un predicador: “Considere bien que la separación del mundo, pureza, devoción y virtud ejemplar son requeridas en aquellos que deben guiar a otros a la gloria. Yo le aconsejaría organizar sus quehaceres siguiendo un método establecido, por medio del cual usted aprenderá a optimizar cada momento precioso.

por medio del cual usted aprenderá a optimizar cada momento precioso.

Comience y termine el día con el que es el Alfa y la Omega, y si usted realmente experimenta lo que es amar a Dios, usted redimirá todo el tiempo que pudiere para Su servicio más inmediato. Empiece a actuar sobre este principio y no viva como el resto de los hombres, que pasan por el mundo como pajas sobre un río, que son llevados por la corriente o dirigidas por el viento. Reciba una impresión en su mente tan profunda como sea posible de la constante presencia del Dios grande y santo. Él está alrededor de nuestros lechos y de nuestras trayectorias y observa todos nuestros caminos.

Siempre que usted fuere tentado a cometer algún pecado, o a omitir algún deber, pare y dígase a sí mismo: “¿Qué estoy por hacer? ¡Dios me ve!” Susana no sólo formó una “iglesia doméstica” sino que también una “escuela doméstica” en esta escuela enseñaba a sus hijos invirtiendo seis horas al día, durante veinte años, para enseñarles a sus hijos a ser personas cultas, dándoles un método para organizar su vida, unas prioridades y unos valores por los cuales dirigirse, y todo basado en la Palabra de Dios, y a todos y cada uno de sus hijos inculco pasión por el aprendizaje y por la rectitud y la obediencia y el respeto a sus padres desde muy pequeños. Siendo ya un hombre famoso, su hijo John le rogó que escribiese algo sobre la crianza de los hijos, a lo que ella se opuso con renuencia: “No me gusta escribir sobre mi forma de enseñar. Creo que no serviría de mucho que alguien supiera cómo yo, que he vivido una vida de retiro por muchos años, empleé mi tiempo y cuidados en criar a mis hijos. Ninguno puede seguir mi método, si no renuncia al mundo en el sentido más literal. Hay pocos, si es que los hay, que