La mujer en la historia humana está envuelta en un manto de magia, belleza, sorpresa y sobre todo amor.
Una de las historias que más me ha impactado es la de Penélope, la esposa de Odiseo (Ulises). Ante la ausencia de su esposo fue asediada día tras día por espacio de veinte años, por hombres que pretendían casarse con ella. Su inteligencia, sagacidad y astucia debidas a su fidelidad al esposo son encomiables y únicas. Los “engatusó” por todo ese tiempo fingiendo tejer la mortaja de su suegro Laertes. En el día tejía pero en la noche desbarataba lo tejido. Fidelidad al amor, al matrimonio y a su esposo son el legado de Penélope para las mujeres, esto, desde luego, dentro de la mitología griega.
Raquel es considerada la mujer más afortunada entre el género femenino. Jacob trabajó por ella durante catorce años. A Jacob no le importó el engaño de su tío y suegro Laban y con amor trabajo los siete años (Extra, pues ya había trabajado siete años). Debió ser muy hermosa para que Jacob trabajara por ella tanto tiempo. En cambio, Lea es considerada la despreciada, la segunda. Debemos entender a Jacob pues su corazón estaba apegado a Raquel. Lea entró por la fuerza en su vida y matrimonio.
Tenemos mujeres sabias como Abigail, la esposa de Nabal. La forma en que ella intervino en el conflicto que se generó entre Nabal y David es objeto de estudio en la consejería familiar. Su sabiduría es algo que debe tener toda esposa que desee tener un hogar lleno de paz y armonía. Luego, Abigail pasó a ser parte de la vida de David y continuó con su sabiduría apoyando al rey.
Cuando estudiamos la ley del levirato, forzosamente debemos mirar a Rut, la moabita. Su amor, en primer lugar por su suegra, en contraste con el mundo moderno, la llevó a convertirse a Jehová de los ejércitos y a dejar su tierra y sus costumbres. La famosa historia del amor, simbolizada por un zapato, se desarrolla, precisamente, alrededor de Rut.