¡En verdad, nadie! Todos nos resistimos fuertemente y reaccionamos con sendos argumentos y elocuentes razones, que lejos de mostrar el carácter del silencio se confunde en el murmullo del bullicio cual címbalo estridente. Por su parte, en lugar de sujetarnos a su buena y perfecta voluntad de diseño, reaccionamos con descarada altivez ante el Señor y justificamos nuestras acciones. ¡Que patéticos somos! Es como el barro encarando al alfarero y ordenándole que hacer.
Para quienes se resisten a comprender que el silencio y la sujeción es un aspecto del carácter de Dios, un desafío ontológico y una realidad constante en la criatura, queremos llamarles la atención. Si revisan; la música se vale del silencio. Es una de las realidades características y esenciales de la buena música. El silencio no sólo es una figura musical para llamar la atención al descanso y la meditación. Sino que el silencio que domina la música, es parte de su belleza y uno de sus recursos intrínsecos para llevar a la contemplación y armonía. En tal sentido, el silencio en la música es parte integral de ella. Claro está que hoy día, estamos ante una música estridente, bulliciosa, ruidosa y que no contempla el silencio como recurso de belleza, descanso y menos aún de estilo y armonía. ¡Hoy día nos domina el ruido y el escándalo! Pareciera que la música contemporánea se juzga por sus altos decibeles, desarmonía y anti estética. No obstante, no es su carácter. Por esto la música en la iglesia y alabanzas deben ser reverentes, armónicas y decentes. Que no exacerben los sentidos, sino instruyan la razón, edifiquen la vida y transformen el corazón.
En la poesía también encontramos el silencio como recurso estilístico. El silencio poético, es estilo, orden y estructura. Sin rima, sin espacios y sin descansos, la poesía es una metralla de palabras y no tiene propósito ni sentido. ¡Quien aprecia el arte poético, necesariamente debe amar el silencio! Podemos decir que el silencio domina y sujeta la poesía a un estilo, carácter y esencia que le es propio. De lo contrario, es solo palabra, argumentos y no tiene lógica, gusto, belleza y menos aún lírica. Entonces la poesía, al igual que la música y el arte en general, lleva implícito el silencio y la sujeción reciproca a un estilo y diseño para que pueda llamarse arte. De lo contrario, es un tumulto de cosas, argumentos sin placer, sin belleza y rechinante al odio.