atendido con suprema urgencia y responsable actitud.
1. UN PRINCIPIO: CARÁCTER
En primer lugar, llamamos la atención a los lectores a considerar que este SOS, es decir, silencio, obediencia y sujeción son principios. Cuando la Escritura nos ordena fundamentarnos en estos aspectos; indica carácter divino y realidad de fe que debe ser expresada como principio esencial. Llama la atención que ninguno de nosotros vemos estos aspectos como principios que deben caracterizar la vida y relaciones humanas. Por el contrario, los vemos como adversos a las realidades ideológicas de la sociedad moderna; por no llamarla sociedad confusa y perversa.
Estos aspectos, esencialmente son principios del carácter de Dios. El Creador y Redentor guarda silencio, obedece y se sujeta. ¡Que bendición! Jesús el hijo de Dios; siendo Dios; expresó en su esencia y en sus acciones, estos aspectos de su ser y obrar. ¡Cuándo esperaríamos que Dios mismo se sujete, muestre su sabiduría y voluntad en el silencio y obedezca! En tal sentido, aprendemos del Señor mismo estos aspectos característicos. Por tanto, al ser creados a su imagen y semejanza, vemos nada más que la expresión de su ser.
Podemos afirmar que el silencio, obediencia y sujeción son expresiones ontológicas que provienen del carácter impreso del diseñador en la vida de sus criaturas. ¡Que bendición! La misma creación testifica del carácter esencial del ser humano, creado y redimido para su gloria. Por tanto, estos principios, lejos de ser despectivos, dominantes y machistas; son aspectos esenciales de la vida misma que atestiguan del diseñador. En consecuencia, cuando aprendemos el valor del silencio, de la obediencia y de la sujeción; lo que estamos es conformándonos al diseñador y descansando en su voluntad.
Si bien es cierto, estos principios con vistos con desdén y censurados por ser propios del lenguaje patriarcal, andrógeno y capitalista; definen el ser de Dios y por ende el diseño impreso en sus criaturas. ¿Quién ama el silencio y propende por la sujeción voluntaria y gozosa? ¡En verdad, nadie! Todos nos resistimos fuertemente y reaccionamos con sendos argumentos y elocuentes razones, que lejos de mostrar el carácter del silencio se confunde en el murmullo del bullicio cual címbalo estridente. Por su parte, en lugar de sujetarnos a su buena y perfecta voluntad de diseño,