lo tanto, decir que el único método "bíblico" de educación formal es en el hogar o en escuelas cristianas, es añadir a la Palabra de Dios, y queremos evitar el uso de la Biblia para validar nuestras propias opiniones. La verdad es justamente lo contrario: queremos basar nuestras opiniones en la Biblia. También queremos evitar el argumento de que sólo los maestros “entrenados” son capaces de educar a nuestros niños. Una vez más, la cuestión es una de la responsabilidad final, que pertenece a los padres.
En la casa se aprende a:
Saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no tan semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado.
En la escuela se aprende:
Matemáticas, lenguaje, ciencias, estudios sociales, inglés, geometría y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado en sus hijos.
Muy difícil es hacer que el latón brille como el oro.
Pepe Mujica, Presidente de Uruguay.
La cuestión en la Escritura, no es qué tipo de educación general reciben nuestros hijos, sino a través de cuál paradigma, se filtra esa información. Por ejemplo, parece que se le puede dar a un niño una educación "cristiana" en el hogar, pero fracasa en la vida porque él o ella no conoce realmente el Dios de la Escritura, y no comprende realmente los principios bíblicos. Del mismo modo, un niño educado en una escuela pública, puede crecer en su comprensión de las falacias de la sabiduría del mundo, por ver su fracaso por la Palabra de Dios que le ha sido enseñada diligentemente en su casa. La información se tamiza a través de un lente bíblico en ambos casos, pero el verdadero entendimiento espiritual, sólo existe en el segundo. De igual manera, el estudiante puede asistir a una escuela cristiana, pero nunca crecer hasta comprender a Dios en una relación íntima y personal. En última instancia, son los padres los que tienen la responsabilidad de formar al niño de una manera que se logrará una verdadera educación espiritual.
En Hebreos 10:25, Dios les da a los cristianos un mandato, "No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca."