BRUJULA TEOLOGICA FEBRERO 2017 | Page 21

"¿Quién es responsable de introducir a mi hijo al Cristianismo?" o "¿Debe hacerse la educación de mi hijo en un sistema público, privado o en el hogar?" Hay muchas opiniones sobre este tema, algunas muy fuertemente sostenidas y discutidas interminablemente y emocionalmente.

Al comenzar a buscar una perspectiva bíblica, llegamos al pasaje definitivo del Antiguo Testamento sobre la educación de los niños, encontrado en Deuteronomio 6:5-8: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos”. La historia hebrea revela que el padre debía ser diligente en instruir a sus hijos en los procedimientos y las palabras del Señor, para su propio desarrollo espiritual y bienestar. El mensaje en este pasaje se repite en el Nuevo Testamento donde Pablo exhorta a los padres a criar a los hijos en la “disciplina y amonestación del Señor" (Efesios 6:4). Proverbios 22:6 también nos dice: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". El entrenamiento incluye no sólo la educación formal, sino también, las primeras instrucciones que los padres dan a un niño, es decir, su educación temprana. Esta formación está diseñada para establecer firmemente al niño en el fundamento sobre el cual se basa su vida.

A medida que avanzamos hacia la cuestión de la educación formal, sin embargo, hay malentendidos que hay que abordar; en primer lugar, Dios no está diciendo que sólo los padres deben educar a los niños como muchos afirman, y, en segundo lugar, no está diciendo que la educación pública es mala y que debemos educar a nuestros hijos en las escuelas cristianas o en el hogar. El principio de las Escrituras es el de la responsabilidad final. Dios no manda a los padres a evitar la educación fuera del hogar. Por lo tanto, decir que el único método "bíblico" de educación formal es en el hogar o en escuelas cristianas, es añadir a la Palabra de Dios, y queremos evitar el uso de la Biblia para validar nuestras propias opiniones. La verdad es justamente lo contrario: queremos basar nuestras opiniones en la Biblia. También queremos evitar el argumento de que sólo los maestros “entrenados” son capaces de educar a nuestros niños. Una vez más, la cuestión es una de la responsabilidad final, que pertenece a los padres.