nosotros. Un día, esta misionera me dio la oportunidad de predicar, ¡vaya que vuelvo a sentir la misma emoción!, no recuerdo bien el tema que escogí para la enseñanza, que por cierto fue la más funesta y pésima enseñanza que jamás he dado, dedique todo el mensaje a hacer preguntas a los niños y jamás concluí el tema. Lo importante del caso es que ya había descubierto mi amor y pasión por servir al Señor. Mis años de infancia en la iglesia fueron realmente extremos, espectaculares, me los goce al máximo y bendigo a mis padres por haberme permito vivir tan maravillosa época: No sé cómo se las arreglaron para hacer de mi infancia una época tan maravillosa a pesar de la escases económica.
Permítame recordarle dos sucesos más de mi infancia, mis primero cinco años de vida, los pasé en la iglesia Centro Evangelistico de la misión Panamericana, sus pastores eran los hermanos Héctor y Lola Machuca. Se me hacían eternos los cultos dominicales, pero si algo esperaba con ansias era que mis padres me dijeran “Hijo es la hora de ir a escuela dominical”, Wou, eso sí que era realmente emocionante. Recuerdo perfectamente el rostro de la profesora, el tablero de bayetilla roja, las imágenes que pegaban sobre la tela roja como por arte de magia, eso era algo magnifico. Al salir del culto e ir camino a la casa ensordecíamos a los demás pasajeros del auto bus con los cánticos que aprendíamos.
Por motivos de traslado de vivienda mis padres se fueron a vivir al sur de la ciudad y allí buscaron una congregación. Para mi, ahí no paro la emoción, año tras año esperábamos la escuela bíblica de vacaciones, esa era otra súper mega experiencia, la iglesia Lirio de los Valles de las Asambleas de Dios, dirigida por el Pastor Rafael Flores, acogía a cientos de niños de la localidad y por una semana partíamos al cielo. Curiosamente en una campaña evangelista con el hermano Cano, en esa misma iglesia a la edad de 11 años levanté mi mano y con lágrimas en mis ojos le dije al señor que entrara en mi corazón y fuera mi salvador.