BRUJULA TEOLOGICA DICIEMBRE 2017 | Page 21

En tercer lugar, la tan selecta frase: “Emanuel: Dios con nosotros”, define en sí misma una relación y condición de parte del benefactor para sus beneficiarios. No puede ser un simple cliché evangélico. Y menos aún, una vacía frase para un día del año desearse “feliz navidad”; mientras se vive en la incredulidad y desenfreno del mundo. Nos resistimos a verlo así y participar de esta locura. Creemos e insistimos que esta verdad es absoluta, eterna y no apta para ser tendencia en una semana del año y menos aún para ser abusada como justificación de prácticas que no tienen nada que ver el honor de Dios, con su carácter y su verdad. Sino con la desbordante lujuria que domina la conciencia humana y para sentirse más cómodo, necesita justificarse o legitimarse con textos sacados de contexto.

Estamos firmemente persuadidos que: “Emanuel: Dios con nosotros” es Dios estableciendo una relación adecuada, necesaria y bajo pautas legítimas y seguras para caminar constante en su presencia. En otras palabras, es la forma como el Señor y redentor, determinó preservar a sus hijos, salvados por gracia. De esta forma, la gloria, honor y disposición reposan en el Señor y no en nosotros. Alguien puede preguntar: ¿por qué se empeña en desvirtuar y humillar al hombre, siendo que este es rey y sacerdote? ¿Siendo que ellas son princesas y reinas, por qué dejarlas como cero a la izquierda para de forma desmedida y egoísta mostrar un Dios ególatra, un plan absolutista y una vida cristiana exclusiva para él?

La razón de las afirmaciones, no tiene que ver con sesgos en el pensamiento y menos con frustraciones de personalidad o necesidad y carencias que se mitigan con estas verdades. Lejos de un desequilibrio de querer verse inferior para exaltar desmedidamente o inevitablemente un superior. La razón de estas afirmaciones tacitas, se deben a las siguientes razones bíblicas y teológicas: están en la escritura, sustentadas con múltiples textos. Definen el carácter eterno, soberano y unilateral de Dios. Están en concordancia con la cristología bíblica y la suficiencia de Cristo en la salvación. Armonizan con la antropología bíblica de la pecaminosidad e incapacidad total humana. Cumplen el propósito único de la revelación que es la gloria exclusiva de y para Dios. Alientan la conciencia de los salvos a reconocer justamente que no hay mérito, sino todo es de Él, por Él y para Él.

Entonces, la afirmación: “Emanuel: Dios con nosotros” no es un slogan para tararear tiernamente o para usar en esta temporada, mientras corremos desenfrenadamente a los placeres lujuriosos del mundo. No es una frase que podemos entonar al unísono con los ateos, idolatras e impíos. Por el contrario, es una verdad exclusiva de los redimidos por gracia. No la entonamos desde el lugar del beneficio meritorio y menos aún del derecho legal. La entonamos y comprendemos desde el carácter y relación del Pastor eterno, que determinó en cumplimento de su perfecto diseño redentivo, habitar en, con y entre nosotros. Es una expresión de relación santa, justa, fiel y segura del Buen Pastor, en medio de ovejas que aun salvas, siguen sin dignidad y méritos propios.