BRUJULA TEOLOGICA DICIEMBRE 2017 | Page 17

perfecciones son el punto de partida para avanzar en su adoración. Conocerle, saber de su carácter, definir e identificar sus atributos, es base de la vida de fe y adoración bíblica. ¿Cómo adorar a quien no conocemos? ¿Como servir a quien es extraño a nuestro corazón? ¿Cómo recibir sus bendiciones sin saber de dónde y porque provienen? No obstante, muchos no están interesados en conocerle; simplemente en reclamar y decretar bendiciones, para alimentar su codicia material y su lujuria espiritual.

En tal sentido: “Emanuel: Dios con nosotros” ratifica la existencia de Dios. Nos enfoca en la realidad de la deidad. En sus perfecciones y oficios. De esta expresión se desprende la revelación de la eternidad, soberanía y poder de Dios. Evoca su justicia, gracia y perfección. Es una demostración de su conocimiento, eterno decreto y plan. Indica que domina sobre todos y sabe todas las cosas. La presente expresión, levanta nuestra mirada para contemplar al que es y será. Es una indicación a su señorío, gobierno y divinidad absoluta. No indica que es una deidad más, sino la única y perfecta revelación. No muestra una opción entre muchas, sino la única y suficiente provisión. Además, de forma categórica y sin sombra de dudas, presenta verdades singulares, absolutas y eternas de su carácter.

Llama mucho la atención que la revelación del ser de Dios, parte de la escritura y está en concordancia con su decreto eterno. No contradice en absoluto la deidad, ni la revelación en su conjunto. Por el contrario, afirma y fundamenta toda la revelación histórica y el desarrollo progresivo del pacto de redención. ¡El eterno se revela! ¡El único se da a conocer! El que es, se hace presente y se manifiesta para efectos de ser adorado.

Podemos ver en esta descripción, no un nombre ocasional o un título más. Se nos pone en altavoz la revelación precisa, eterna y fiel de Dios para sí mismo, el conocimiento de la humanidad en general y de su pueblo en particular. ¿Cómo desconocer la existencia de Dios, si todos de una u otra forma hemos oído y mencionado la expresión: “Emanuel:" "Dios con nosotros”? Sólo leerla, mencionarla u oírla; nos hace directamente inexcusables ante quien está entre nosotros. De tal forma, que todos somos responsables de adorarle, seguirle, honrarle y someternos por entero a sus disposiciones. ¡Porque Él es y se ha revelado! Para los impíos y ateos este nombre común y asequible en todos los idiomas, es un dolor de cabeza. Porque están familiarizados con la expresión: “Emanuel: Dios con nosotros”, pero niegan la deidad y sus oficios esenciales.

La próxima vez, que escuche esta expresión, debe humillarse y reconocer que Dios existe. Quienes pueden hacerlo, deben adorarle y someterse a sus disposiciones. Quienes aun persisten en despreciarlo, deben arrepentirse y suplicar su infinita misericordia.