una vida de concupiscencia, escucharé música con una letras que no toque el pecado y ritmos acordes a mis deseos; si soy un creyente carnal, desearé satisfacer mis gustos particulares; si soy un creyente espiritual, procuraré satisfacer los deseos de Dios.
Vivimos en un tiempo en el cual ha ingresado a la Iglesia, la filosofía del fin justifica los medios; de tal manera que se dice que con tal de acercar la gente a la iglesia, se justifica usar lo que a ellos les atrae.
Pero el pensamiento no debe ser: El fin justifica los medios, sino el fin santifica los medios, para hacer que la gente llegue a Cristo Jesús.
Padre santo, tu sabes que a mi carne le gustan muchas cosas que no edifican; por lo tanto te pido que me guíes a morir a ellas, para que en verdad pueda decir que ahora Cristo vive en mí. Padre, que la música que canto, que la música que escucho, sea agradable delante de ti; que inspire mi comunión contigo; que me lleve a recordar que debo vivir en santidad constantemente, porque sin ella no podré verte.