JOSE LUIS CARDENAS
Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito pero no todo edifica. 1 Corintios 10:23.
¿Todo ritmo de música es apto para exaltar a Dios?. La pregunta debe responderse con base en el principio, aunque todo me es lícito, no todo edifica. ¿Qué lo lícito para el creyente?
Un creyente carnal, considera que todo lo que alimente su naturaleza carnal, es una acción lícita; un creyente espiritual responderá, que todo lo que le es lícito está relacionado con lo que fortalece su comunión con Dios.
¿De acuerdo a esto, qué características tiene la música que busca un creyente espiritual?
Es una música que tiene una letra centrada en la Biblia, es Cristo céntrica, exalta directamente a Dios; y en segundo lugar es una música ejecutada por creyentes con la unción del Espíritu Santo.
¿Por qué el creyente espiritual busca música con estas características?
Porque la música espiritual incentiva a alabar y adorar a Dios; genera convicción de pecado y arrepentimiento; conduce a un deseo de crecer en santidad; origina un gozo en el espíritu; trae paz y tranquilidad; inspira a tener una comunión más íntima con el Señor Jesucristo, por esto el creyente espiritual busca música espiritual.
Y lógico, viene el interrogante acerca del ritmo. ¿Todo ritmo es acorde a la edificación espiritual?
De todos es sabido que la música ejerce una influencia en nuestras emociones y sentimientos, por esto cada uno de nosotros buscamos satisfacer por medio de la música lo que hay en nuestro corazón.
Si en mi corazón hay rebeldía, zozobra, violencia, insatisfacción, buscaré un tipo de música que satisfaga esas expectativas; si estoy viviendo una vida de concupiscencia, escucharé música con una letras que no toque el pecado y ritmos acordes a mis deseos; si soy un creyente carnal, desearé satisfacer mis gustos particulares; si soy un creyente espiritual, procuraré satisfacer los deseos de Dios.
Vivimos en un tiempo en el cual ha ingresado a la Iglesia, la filosofía del fin justifica los medios; de tal manera que se dice que con tal de acercar la gente a la iglesia, se justifica usar lo que a ellos les atrae.
Pero el pensamiento no debe ser: El fin justifica los medios, sino el fin santifica los medios, para hacer que la gente llegue a Cristo Jesús.
Padre santo, tu sabes que a mi carne le gustan muchas cosas que no edifican; por lo tanto te pido que me guíes a morir a ellas, para que en verdad pueda decir que ahora Cristo vive en mí. Padre, que la música que canto, que la música que escucho, sea agradable delante de ti; que inspire mi comunión contigo; que me lleve a recordar que debo vivir en santidad constantemente, porque sin ella no podré verte.