profecía debe ser examinada y juzgada, las letras de las canciones cristianas debe ser también juzgada.
La responsabilidad, al fin de cuentas, de lo que se canta en una Iglesia Local es del pastor. Si el pastor no cuida lo que se canta puede hacer que la feligresía entre en confusión. Le doy un ejemplo. Jesús Adrian Romero escribió una canción que se llama “Cansado del camino”. La letra dice: Cansado del camino, sediento de ti/un desierto he cruzado,/sin fuerzas he quedado,/vengo a ti./Luché como soldado y a veces sufrí y aunque la lucha he ganado,/mi armadura he desgastado,/vengo a ti./Sumérgeme!! En el río de tu espíritu,/necesito refrescar este seco corazón,/sediento de ti. Si una Iglesia entona esta canción puede quedar con varias dudas. (1) ¿Se puede desgastar la armadura del cristiano? Según Efesios 6:10-20 la armadura es indestructible y menos se podría desgastar. ¿Se imagina usted que se desgastara la coraza de justicia? ¿O El escudo de la fe? ¿y qué del yelmo de la salvación? (2) Juan 7:37-39 el Señor dice que el Espíritu Santo es una fuente inagotable para calmar la sed. Pero JAR nos dice “este seco corazón,/ sediento de ti”. ¿Quién tiene la razón, Jesucristo o el señor Romero?
En una entrevista los cantantes de “Tercer Cielo” dijeron (palabras más, palabras menos) que ellos no están para hacer teología en sus canciones, y quizás tengan razón pues a las claras se ve que nunca han asistido ni siquiera a una clase de catecúmenos. Leí la letra de dos de sus canciones y es impresionante cómo ellos cantan a los muertos en esas dos canciones. Estoy hablando de “Un día te veré” y de “Yo te extrañaré”. Seguramente si hubieran leído la biblia sabrían “10 No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero, 11 o encantador, o médium, o espiritista, ni quien consulte a los muertos”. Deuteronomio 18:10-11 La Biblia de las Américas (LBLA). Igual es con la canción de Samuel Hernández “No me digas adiós”
Siempre he cuidado, como pastor, de que la letra de los himnos y coros no contradigan ni la doctrina, ni la teología, ni la liturgia de la Iglesia. Aún mucho antes de tener grupos de alabanza. Recuerdo que casi pierdo un anciano en la iglesia donde era pastor en los 80’s porque yo puse en tela de juicio el himno “Tierra de Palestina”. El hermano Roberto me argumentaba “Pero ahí dice la sangre, preciosa sangre” y aunque así dice el himno, este no se puede clasificar en ninguna parte, pues es un canto a la tierra de Palestina. Es como cuando cantábamos “♪♪Oh Jerusalén♪♪ qué bonita eres, calles de oro ♪♪ mar de cristal♪♪ por esas calles yo voy a camina♪♪” Son cantos idolatras pues le cantan a lugares, a cosas y no a Dios. Podríamos llenar y llenar páginas con este tipo de himnos y coros.