BRUJULA TEOLOGICA BRUJULA TEOLOGICA DICIEMBRE 2016 | Page 12

Hace casi tres décadas, escribí un pequeño ensayo para un boletín quincenal que teníamos en la Iglesia, se llamaba “El Pregonero”. El tema era acerca de la música cristiana en donde trataba de explicar a mis pocos lectores que la himnología cristiana se podría clasificar en: Adoración, alabanza, testimonio, evangelistica, de desafío, de ánimo y quien sabe cuántas más.

Si tenemos en cuenta esta clasificación podremos asumir una posición de crítica (La crítica no quiere decir condenar, sino examinar con juicio). Trataré de explicar cómo entiendo esto:

Adoración: es exaltar a Dios por lo que Dios ES. Es el reconocimiento de su esencia, de sus atributos.

Alabanza: es la exaltación a Dios por lo que EL hace. Por sus milagros, su obrar diario en nosotros y en la vida de la Iglesia.

Testimonio: Decir a otros lo que Dios ha hecho en mí, o en mi familia o en otros, pero que ha afectado mi relación con Dios y con el prójimo.

Evangelístico: es presentar el mensaje de salvación. Exhortar al pecador para que venga a Cristo Jesús.

Desafío: Animar o exhortar al Iglesia, o al cristiano a hacer algo para Dios o para el avance de la Iglesia.

Animo: Mostrar las promesas de Dios para nuestros momentos de conflicto.

Consagración: Es donde se anima al creyente a entregarse más, cada día, al Señor.

Lo que caracteriza a la música cristiana es que está dirigida en forma directa a Dios. La no mención de Dios, Jesucristo, Espíritu Santo, Sangre de Cristo puede llevar a confusiones. Otra característica es que la música cristiana no puede, por ninguna razón, desvirtuar la Biblia. Ninguna letra puede echar abajo las doctrinas o postulados bíblicos. Así como la profecía debe ser examinada y juzgada, las letras de las canciones cristianas debe ser también juzgada.