competitivo y arrogante! En una iglesia sensiblera y con dependencias patológicas en las emociones, urge tener ministros como Demetrio que sencillamente vivan el evangelio con las virtudes piadosas.
CONCLUSIÓN
“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3 Jn. 1:11).
En esta epístola de carácter personal, se nos enfatiza la verdad como un tema de mucha importancia. Además, se establece la gran diferencia entre la buena y mala conducta, entre la conducta deficiente y correcta. Se nos indica que es digno de imitar y que debemos denunciar. También de que nos debemos arrepentir. Basado en el tema de la hospitalidad, se nos muestra un sendero de servicio apropiado a los siervos de Dios. Contrario al sendero del protagonismo, de los puestos de honor y de la promoción propia. La carta enfatiza como servir al Señor y cómo no hacerlo. Maravilloso ejemplo para nuestras iglesias, consistorios y presbiterios.
La hospitalidad es una virtud perdida, descuidada poco practicada, especialmente en las grandes ciudades. Estos tres hombres son como tres diferentes cristianos que están en la iglesia en toda época. Nos gusta leer esta epístola como el reflejo de lo que el Señor Jesús le está diciendo a su iglesia. ¡Qué epístola tan íntima! Da la impresión de proceder no sólo de Juan, sino del mismo Señor. Su humildad, sacrificio, amor real, consagración nos estimula a ser fieles y seguir su ejemplo. Moisés pastoreó ovejas por 40 años en el desierto, pero las ovejas fueron de su suegro Jetro. Así mismo, el rebaño es del Señor Jesús.
¿Cómo poder seguir la senda de la hospitalidad, sin desanimo? “compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” (Rm. 12:13). “Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, 10que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra” (1 Tm. 5:9-10). Con este desafío a la hospitalidad en la iglesia, Juan nos recuerda que al pastor, ministro o siervo del Señor lo debe caracterizar esta disposición de servir. Contrario a lo que hemos pensando que la hospitalidad es una actitud diaconal; se presenta como una virtud cristiana y modelo pastoral. Los pastores deben ser hospedadores, serviciales, abnegados y sacrificiales. Si no lo hacen, son mercenarios, diofretanos, parlanchines y nada más. Si lo hacen sólo para promoverse, sacar beneficio de los visitantes que reciben, son utilitaristas, melosos, interesados en su nombre.
No obstante, Demetrio nos da el punto de equilibrio y modelo a seguir. Sirve como al Señor. Tenga en cuenta que no es primero usted, actitud del egoísta; ni primero él, actitud del altruista; sino primero Cristo, actitud del cristiano. Sólo por su gracia podemos comprender que vivimos para su gloria. “Sea que comamos o bebamos somos del Señor”. Los demás son asalariados, mercenarios y traficantes de la fe. Sólo quienes ven la iglesia como su familia, como un cuerpo, del cual ellos son sólo unos miembros, podrán ser útiles para su edificación. No se sirven de la iglesia, sino sirven en ella. No buscan honra, sino edificación. No se promueven, sino se esfuerzan para que el cuerpo sea honrado. ¡Que el Señor nos ayude y saque a la luz los Diótrefes, desenmascare los Gayos y multiplique los Demetrios para su gloria y la edificación corporativa!
Reflexión pastoral
Pastor Ismael Quintero Rojas
04 de julio de 2017 – Bogotá D.C.