menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, 10que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra” (1 Tm. 5:9-10). Con este desafío a la hospitalidad en la iglesia, Juan nos recuerda que al pastor, ministro o siervo del Señor lo debe caracterizar esta disposición de servir. Contrario a lo que hemos pensando que la hospitalidad es una actitud diaconal; se presenta como una virtud cristiana y modelo pastoral. Los pastores deben ser hospedadores, serviciales, abnegados y sacrificiales. Si no lo hacen, son mercenarios, diofretanos, parlanchines y nada más. Si lo hacen sólo para promoverse, sacar beneficio de los visitantes que reciben, son utilitaristas, melosos, interesados en su nombre.
No obstante, Demetrio nos da el punto de equilibrio y modelo a seguir. Sirve como al Señor. Tenga en cuenta que no es primero usted, actitud del egoísta; ni primero él, actitud del altruista; sino primero Cristo, actitud del cristiano. Sólo por su gracia podemos comprender que vivimos para su gloria. “Sea que comamos o bebamos somos del Señor”. Los demás son asalariados, mercenarios y traficantes de la fe. Sólo quienes ven la iglesia como su familia, como un cuerpo, del cual ellos son sólo unos miembros, podrán ser útiles para su edificación. No se sirven de la iglesia, sino sirven en ella. No buscan honra, sino edificación. No se promueven, sino se esfuerzan para que el cuerpo sea honrado. ¡Que el Señor nos ayude y saque a la luz los Diótrefes, desenmascare los Gayos y multiplique los Demetrios para su gloria y la edificación corporativa!
Reflexión pastoral
Pastor Ismael Quintero Rojas
04 de julio de 2017 – Bogotá D.C.