De esta forma somos un estorbo, no un bien a la iglesia. Sólo quienes se desprenden de sus beneficios y no miran ni su bienestar, ni el de los demás, sino la gloria de Dios, son honrados. Sólo los que van en pos de edificar la iglesia y no retener conceptos o elogios para sí mismos, son verdaderos gobernantes de la iglesia.
3. PRIMERO “ÉL”: CRISTIANISMO
“Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero” (3 Jn. 1:12)
Después de meditar sobre los dos ejemplos de liderazgo que no se deben imitar, se nos presenta un modelo sencillo y sucinto de lo que debe ser. Llama la atención que el apóstol Juan, no se presente en la carta como tal, sino apele simplemente a su título de anciano. Lo es no sólo en edad y madurez, sino en cuanto al llamado para gobernar la iglesia como presbítero maestro. De esta forma, se nos ratifica que el modelo correcto de administrar o gobernar la iglesia es mediante un gobierno colegiado. Los presbiterios son ejemplos acordes a la escritura en cuento al gobierno eclesial. En tal sentido, observemos el ejemplo.
El anciano Juan, pasa a mencionar a otro hermano de la iglesia, posiblemente un pastor o misionero que, si no estaba dentro de la iglesia local, visitaba la iglesia y estaba en perfecta comunión con los apóstoles, con los hermanos de la iglesia y con el liderazgo de la misma. Este hermano, del que menos se habla en la carta, es Demetrio. Quizás él era uno de los misioneros que al trasladarse de un lugar a otro disfrutan de la hospitalidad de la iglesia. Si es así, vemos cuan loable, desinteresada y especial es su servicio a favor de los hermanos. De esta forma, no solo se elogia moderadamente a este siervo del Señor al servicio del evangelio, sino que se establece un patrón de carácter y un modelo de servicio.