Saulo, creyendo agradar a Dios, estaba persiguiendo a los cristianos, no solo los perseguía sino que también dice la Biblia que también los torturaba, persecución a muerte, cárcel y torturas, y Saulo pensaba que de esta manera estaba logrando agradar al Señor. Creo que todos hemos escuchado acerca de la inquisición, Saulo con su celo inquisidor estaba destruyendo a muchas personas que de buena fe estaban queriendo seguir el camino correcto; estaba persiguiendo a personas que de buena fe que anhelaban seguir al Señor y creía qué de esta manera agradaba al Señor. Tal vez este celo inquisidor que Saulo llevaba, no solo lo había aprendido en los establecimientos educativos o con las fariseos sino que también era una corriente que él llevaba desde su niñez porque sus padres lo formaron en el judaísmo y eran celosos en su tradición judaica; cuantas personas se cubren de pronto con el manto de que yo pertenezco a X o Y religión porque mis padres también lo pertenecieron pero saben que en sus vidas están haciendo cosas totalmente contrarias a lo que predican, que sus vidas están totalmente opuestas a lo que profesan, Saulo queriendo agradar a Dios entendía que había algo que estaba fallando.
Quisiera referirme un poco a la historia, porque ella nos muestra lo que la tradición ha hecho con grandes hombres. Cuando Saulo perseguía a los cristianos en su tiempo de juventud, había un anciano quien fuera el primer diácono que tuvo la iglesia cristiana y este hombre fue apedreado mientras Pablo se gozaba viendo como moría; Este diácono se llamaba Esteban. Luego, años más tarde, bajo el lema “para la mayor gloria de Dios” la inquisición cometió los más horrendos crímenes religiosos que se encuentran registrados en la historia y ¿sabe por qué lo hizo? Lo hizo por guardar una tradición, lo hizo cegado por la tradición. Se registran en la historia hechos lamentables, de hombres ciegos que queriendo agradar a Dios estaban destruyendo a su prójimo, lo estaban matando y lo estaban condenando, con el lema para la mayor gloria de Dios. ¡Qué irónico! Se dice que Carlos V en 1535 y Felipe II, en 1566 fueron los responsables de la muerte de más de cien mil personas, por profesar una creencia diferente a la de ellos. La inquisición enseñaba que si un hombre predicaba otra fe o profesaba otra confesión o tenía otro pensamiento u otro criterio debía ser tildado como hereje y se creía que se agradaba a Dios matándolos. Algunos eran quemados vivos, otros eran torturados y descuartizados, hombres, mujeres y familias enteras fueran consumidas por la cegada tradición, y esto era lo que Saulo estaba haciendo, estaba cegado por la tradición. Carolina de Merisis, madre de uno de los reyes, ordenó el 24 de agosto de 1572, una matanza, que quizás ha sido una de las más horrendas que ha ocurrido, la historia la registro como la masacre de san Bartolomé. En ese tiempo se dio orden, por la inquisición, y por orden de esta mujer y en una sola noche fueron masacrados setenta mil personas, sin importar que fuesen niños, ancianos, jóvenes o viejos; fueron masacrados vilmente por la orden de una reina enceguecida por la tradición. La historia registra que mientras ellos morían y el humo de las casas se veía y la sangre corría, los verdugos se gozaban y celebraban porque decían estar glorificando a Dios con esta clase de actos. El corazón de Dios se estaba desprendiendo viendo como el hermano mataba al hermano, observando como el hombre asesinaba a su prójimo, viendo como el hombre se destruía como el más ignorante y el más vil de los animales, eran hombres cegados por la tradición cometiendo horrendos crímenes.