Me atrevo a decir esto, porque él estableció relaciones emocionales basado en sus gustos o sentidos externos. No vemos que ore, espere y escuche. Simplemente mira y su exacerbada sensualidad a flor de piel le ciega. “Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada” (Jue. 14:3). “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Pv. 16:25). Cuidado con dejarnos llevar por los sentidos o gustos. “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Jn. 2:16). “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Gén. 3:6). “Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa” (2 Sm. 11:2). “La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. 35 Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. 36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor” (Lc. 11:34-36).
Me pregunto: ¿Qué papel jugaron sus padres en poner freno a las emociones descontroladas del juez? ¿Cómo le enseñaron límites en sus emociones? ¿Dejaron a su hijo desde niño elegir lo que quiso y dejarse llevar por sus pataletas? ¿Le celebraron su desenfreno y sensitividad desde infante? Son muchos los padres que dejan a sus hijos que elijan su ropa, sus juegos, amistades, comidas y demás gustos. Muchos de nosotros no vemos nada de malo en esto. Sin embargo, a medida que crecen nuestros hijos, vemos cuan caprichosos son. Nos damos cuenta que nos equivocamos al no ponerles límites, al no dirigirlos con amor y firmeza, sino dejarlos a su necia disposición. No estoy diciendo que el gusto por un color, juego, ropa o alimento, sea en sí mismo pecaminoso. Lo que estoy diciendo es que, como padres y tutores de los hijos del Reino, estamos llamados y compelidos a formar sus emociones. A poner límites y marcar desafíos con el evangelio. Bajo ninguna razón podemos dejar que nuestros hijos cojan vuelo en sus gustos y caprichos. Ellos deben ser estorbados sabiamente en todo y el estorbo es el evangelio y usted lo debe enseñar.