su cometido, sin caer en excesos, abusos, y más aún, sin cometer los errores que sus padres cometieron. Es decir, el reto que nos imponemos consiente o inconscientemente es: seremos unos padres diferentes y tendremos hijos sanos, educados y saludables. ¡Qué buena expectativa alimentamos! Sin embargo, con el paso de los primeros años, nos damos cuenta que todo esfuerzo es vano y toda ilusión es frustrante. Nuestros hijos son pecadores, rebeldes y no hay nada que podamos hacer para revertir la realidad de su desviado corazón.
Estas historias se repiten a menudo, la biblia este llena de padres que albergaron la ilusión de un hijo y luego vieron como esa inofensiva y tierna criatura se fue convirtiendo en un terrible dolor y vergüenza para ellos y la sociedad. Uno de estos casos es el de Manoa y su esposa. Una pareja hebrea que temían al Señor, pero no podían tener hijos. El Señor les visita y les promete darles un hijo que está consagrado desde el vientre. ¡Qué bendición! ¡Qué grato regalo y hermosa espera! No nos imaginamos los sendos preparativos para su llegada. Tampoco el recibimiento del que es una promesa para la familia y la nación.
Claramente vemos en esta promesa, una condescendencia del Señor para este matrimonio devoto y una bondad para la nación de Israel. Vemos la fidelidad de estos padres y su sumisa dependencia de Dios para el cuidado del bebe, del cual son tutores. En la suplicante oración de sus padres percibimos su relación pactaul. “…Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer” (Jue. 13:8). Claramente estamos hablando de padres temerosos. Una familia pactal. Este niño, debe ser dedicado ceremonialmente como primogénito y como varón consagrado. La señal del pacto se le aplica y las promesas pactuales le cobijaban. ¡Que verdad más reveladora!
En la recepción de la promesa del niño, ellos expresan una gran devoción y dependencia del Señor. Piden sabiduría y orientación sobre cómo educar este niño en ejercicio del propósito que se les ha revelado. Sin embargo, en la práctica, este niño termina violando todos los votos que había hecho y entregando a la misma nación en manos de sus enemigos. Las preguntas que surgen son muchas. ¿Qué paso? ¿Qué hicieron mal estos padres? ¿En que fallaron? ¿No fueron diligentes en su vida cristiana y en su responsabilidad pactal?