Existen obras filantrópicas que, definitivamente, la Iglesia debe realizar. Escuelas, hospitales, orfanatos, ancianatos y ¿por qué no?, templos. Todo esto es además de loable necesario.
Como todos sabemos, la construcción de templos se inicia en el siglo tercero de la era cristiana. Esto quiere decir que durante casi trescientos años la Iglesia cumplió su misión sin necesidad de edificios. Parece ser que el primer hospital general del mundo se creó en Barcelona, España, en 1401 Lo que nos muestra que la Iglesia pudo vivir más de catorce siglos sin ellos.
¿A qué viene todo esto? Pues que en algún punto de la historia de la Iglesia se perdió la esencia de la MISIONES y se cambió por construcciones de edificios. No está mal que la Iglesia los construya, lo que está mal es que la Iglesia trate de presentarlos como OBRA MISIONERA. ¡Ya se! Vienen los argumentos que éstos se pueden utilizar para cumplir la gran comisión. Pero ¿Cuál es el sentido, verdadero, de las misiones?
Los misionologos dicen que las misiones nacen desde antes de la creación del hombre y que tocan única y exclusivamente con la REDENCION. Esto quiere decir que todo el programa de misiones debe ser dirigido hacia este punto. Dios envió a su Hijo para redimir al mundo y el accionar misionero debe ser enfocado hacia el plan de Dios. Pero si la Iglesia dedica sus esfuerzos a la construcción de edificios no podrá dar en el blanco. Además que pedir ofrendas a nombre de las misiones para construir edificios es inmoral y nada ético.
No podremos encontrar base en la biblia para desviar dineros hacía la construcción de edificios. No me imagino al apóstol Pablo pidiendo ofrendas para construir el templo en cualquier ciudad del Asia Menor. Bernabé, involucrado de tiempo completo en las misiones, no tendría paz en su corazón pidiendo ofrendas para construir hospitales o escuelas. ¿Se necesitan estas construcciones? Desde luego que sí. Aquí el asunto es que no debemos presentar como misiones algo que en realidad no lo es.