BRUJULA CIUDADANA Migración y Seguridad | Page 34

Brújula Ciudadana 109 32 Por otro lado, el cambio de rutas de envío de cocaína de Sudamérica a Estados Unidos a través de México, la caída del control central en el año 2000 y la corrupción estatal, crearon el incentivo para que grupos de delincuentes se empoderaran, quisieran expandir su te- rritorio y los delitos a los que se dedicaban. En el gobierno del PRI la venta de protección por parte del Estado a políticos corruptos y grupos de criminales estaba contenida por el poder hegemónico central, al caer este se da un reacomodó, dar la protección pasó a las entidades federativas y los grupos expan- dieron sus actividades delictivas. Así, los grupos delincuenciales se expandie- ron a otros territorios ocasionando guerras entre ellos, pero también, al tener funciona- rios aliados y no tener freno a las actividades a las que se podían dedicar, se expandieron agresivamente a negocios criminales como el secuestro, el derecho de piso y la trata de mujeres. Loeluca Orlando, el alcalde de Palermo que venció a la mafia y es experto en cultura de la legalidad, dice que los grupos criminales seguirán expandiéndose hasta que la sociedad les ponga un alto, pues ellos lo quieren todo; todo el dinero, todo el control, todo el poder. Y solo se detienen ante la reprobación social de sus actividades. La situación de los policías y la desconfianza de la ciudadanía La policía en el sistema hegemónico no era usada para investigar y resolver delitos, sino como una instancia de control social y político. Con el cambio de sistema, se les exigió a los policías hacer cosas para las que no estaban calificados. Pero quizá lo más grave es que el modelo de pago e incentivos no se cambió. Los policías eran mal pagados, porque los gobiernos toleraban la corrupción para com- plementar su salario. Esto, por supuesto, minó la confianza y autoridad de la policía y dejó a los policías, aún los honestos, en una posición donde, para sobrevivir, deben delinquir. Los gobiernos estatales no han querido hacer la inversión presupuestal necesaria para aumentarles el salario y, sobre todo, darles una carrera policial con incentivos correctos; entrenamiento, retiro digno, acceso a vivienda y educación para sus hijos, prestaciones que hoy sí gozan los militares.