Brújula Ciudadana 109
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Por otro lado, el cambio de rutas de envío de
cocaína de Sudamérica a Estados Unidos a
través de México, la caída del control central
en el año 2000 y la corrupción estatal, crearon
el incentivo para que grupos de delincuentes
se empoderaran, quisieran expandir su te-
rritorio y los delitos a los que se dedicaban.
En el gobierno del PRI la venta de protección
por parte del Estado a políticos corruptos y
grupos de criminales estaba contenida por
el poder hegemónico central, al caer este se
da un reacomodó, dar la protección pasó a
las entidades federativas y los grupos expan-
dieron sus actividades delictivas.
Así, los grupos delincuenciales se expandie-
ron a otros territorios ocasionando guerras
entre ellos, pero también, al tener funciona-
rios aliados y no tener freno a las actividades
a las que se podían dedicar, se expandieron
agresivamente a negocios criminales como
el secuestro, el derecho de piso y la trata
de mujeres.
Loeluca Orlando, el alcalde de Palermo que
venció a la mafia y es experto en cultura de
la legalidad, dice que los grupos criminales
seguirán expandiéndose hasta que la sociedad
les ponga un alto, pues ellos lo quieren todo;
todo el dinero, todo el control, todo el poder.
Y solo se detienen ante la reprobación social
de sus actividades.
La situación de los policías y la
desconfianza de la ciudadanía
La policía en el sistema hegemónico no era
usada para investigar y resolver delitos, sino
como una instancia de control social y político.
Con el cambio de sistema, se les exigió a los
policías hacer cosas para las que no estaban
calificados. Pero quizá lo más grave es que el
modelo de pago e incentivos no se cambió.
Los policías eran mal pagados, porque los
gobiernos toleraban la corrupción para com-
plementar su salario. Esto, por supuesto, minó
la confianza y autoridad de la policía y dejó a
los policías, aún los honestos, en una posición
donde, para sobrevivir, deben delinquir.
Los gobiernos estatales
no han querido hacer la
inversión presupuestal
necesaria para aumentarles
el salario y, sobre todo,
darles una carrera policial
con incentivos correctos;
entrenamiento, retiro digno,
acceso a vivienda y educación
para sus hijos, prestaciones
que hoy sí gozan los militares.