2) P erspectivas
locales y federales sobre la inseguridad
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Además de investigar los crímenes, la poli-
cía cumple otras funciones criticas; resuelve
conflictos sociales menores que reducen la
crispación social y recaban información para
el control de los elementos criminales dentro
de una comunidad. Podemos entender la
seguridad como una política de información
y represión de conductas no deseables.
En un sistema funcional, la información es re-
cabada por elementos de policía comunitaria
que se ganan la confianza de la ciudadanía,
mientras que la política de persecución de
delitos es decidida por las fuerzas políticas
que controlan la policía.
En nuestro país, la policía no tiene la confianza
de la ciudadanía, pues no solo tolera delitos
que lastiman a la comunidad, sino que, en mu-
chos lugares, es vista como parte de las ban-
das delincuenciales. La distinción entre tolerar
y ser parte de es quizá lo más importante en
lo que hay que trabajar. Es decir, aún en los
países con seguridad y Estado de Derecho,
existen ciertas conductas delictivas que son
toleradas aunque la sociedad prefiera que
mantengan prohibidas, como la prostitución
o la venta de drogas.
En Suecia por ejemplo, se vende droga, pero
la ciudadanía entiende que la policía y el go-
bierno local toleran la actividad, nunca que
son parte de la banda que la vende, por lo
que los ciudadanos saben que si denuncian
un acto de la banda criminal, este será aten-
dido; en nuestro país esto no aplica. Lo más
crítico para tener seguridad es romper con
la complicidad entre nuestras fuerzas de se-
guridad y la criminalidad. Una tarea no fácil,
pues la corrupción no es de individuos, si
no de redes grandes y complejas que llevan
tiempo delinquiendo y no tienen incentivos
para dejar de hacerlo. Esto es lo que se intenta
romper el Sistema Nacional Anticorrupción.
Ganarse de nuevo la confianza ciudadana no
es fácil, pero sí factible. Hoy tenemos ejemplos
exitosos de policías comunitarias que funcio-
nan en Ciudad Neza y en Morelia. Para lograr
seguridad es necesario cambiar las señales
y perseguir implacablemente, hasta desapa-
recer, a bandas criminales y aquellos funcio-
narios que los ayudan, cuando estas bandas
trasgredan las normas toleradas. Para que la
señal sea efectiva, y el cambio duradero, es
necesario perseguirlos con la ley, es decir, hay
que ganarles con el Estado, no con la fuerza.
Si la persecución es solo fuerza, se incentivan
los enfrentamientos con más poder de fuego,
el Estado se convierte en una banda más a
derrotar, sin embargo, si se persigue con la
ley, eventualmente las bandas entienden que
existe un limite y que sin importar quien esté
en el gobierno, la respuesta siempre será igual
y aprenderán a respetar el límite.