BRUJULA CIUDADANA Fin a la corrupción. el gran desafío | Page 23

1) A rquitectura institucional de cara a la corrupción 21 El grave problema de la no denuncia En nuestros días se documenta un cambio de fondo en la manera de entender la co- rrupción. En los estudios más recientes, la corrupción ha dejado de abordarse como la obtención de un beneficio particular de- rivado del desempeño de un cargo público, mudando su enfoque a uno que la entiende como problema altamente sofisticado. La corrupción se analiza hoy en día como con- cepto complejo, socialmente estratificado, multifactorial y adaptativo. Se le considera de esta manera como fenómeno “sistémi- co”. Así vista, la corrupción no es algo que la sociedad logra erradicar cien por ciento; es más bien un fenómeno que se debe contro- lar, limitar, contener como conducta desvia- da de la norma. Robert Klitgaard (1998), de forma ilustrativa, ha definido la corrupción como comportamiento previsible, evitable y que puede incluso resumirse en una simple ecuación. Afirma que la corrupción (C) es el resultado de sumar discrecionalidad (D) con el monopolio de las decisiones (MD), restando a ello los esfuerzos que posibilitan la rendición de cuentas (RC). En un país como México, si se quiere reducir la corrupción siguiendo la fórmula de Klit- gaart, la ciudadanía está llamada a disminuir la discrecionalidad y a exigir más rendición de cuentas, al tiempo que se vigile estre- chamente lo que deciden los tomadores de decisiones a la hora de utilizar nuestros re- cursos públicos. Precisamente ahí es donde la gobernanza del Sistema Anticorrupción, la parte donde los ciudadanos están llamados a actuar, cuenta con uno de los más grandes retos: fortalecer la denuncia; a continuación demostramos por qué. En la edición 2017 de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (me- jor conocida como la ENCIG), levantada del 6 de noviembre al 15 de diciembre de 2017, los datos sobre corrupción demuestran la alta victimización e incidencia que ésta representa para la ciudadanía. Desgracia- damente, esta afectación no se traduce en altos índices de denuncia. Esto evidencia que el Sistema Nacional Anticorrupción carece de una política de denuncia que garantice anonimato, protección o premie la delación de funcionarios, servidores públicos o parti- culares involucrados en actos de corrupción. De los más de cinco millones de perso- nas encuestadas (población de 18 años o más que sufrió algún acto de corrupción en las entidades federativas), resultó que solo poco más de 240 mil interpusieron denuncia; es decir, un promedio nacional de apenas el 4.2 por ciento de las víctimas. La entidad federativa que más denuncias