BRUJULA CIUDADANA El PND 2019-2024 y el federalismo | Page 39

2) E l federalismo y el nuevo régimen político 37 Si bien este déficit analítico es comprensible como un subproducto histórico del autori- tarismo, debe resaltarse también que esta relativa invisibilidad de los otros niveles de gobierno y de los demás poderes del Estado tenía que ver con limitaciones conceptua- les que no necesariamente hemos logrado superar hasta la fecha. Estos problemas se centran en el concepto de Estado o, para ser más precisos, en la comprensión de lo que significa la “estatalidad del Estado”; es decir, su existencia como un conjunto regulado de instituciones con funciones específicas dentro de un marco abigarrado de actores, reglas e instituciones que conforman una compleja red de relaciones sociales. En efecto, en México somos tributarios de una imagen del Estado como un aparato autónomo de la sociedad que depende en su funcionamiento de la voluntad de sus go- bernantes y de la persistencia de acuerdos formales e informales entre el poder cen- tralizado en el Ejecutivo, los partidos, los sindicatos, los empresarios y los poderes fácticos. En un régimen autoritario centrado en la figura del presidente de la república, los arreglos relevantes que merecían análisis eran aquellos derivados precisamente de las decisiones políticas del Ejecutivo. Esta tradición “presidencial-céntrica”, enten- diendo al Estado como gobierno, y a este como aparato vertical al servicio del presi- dente, empezó a modificarse con el proceso de transición a la democracia. Antes de 2000, la gran esperanza se centró en la sociedad civil emergente, un conjunto de movimien- tos sociales que operaban fuera del régimen político y demandaban su democratización. Luego de 1997, las elecciones devinieron el gran foco de interés de la academia y de los actores sociales y políticos. La democracia electoral creó un nuevo campo de acción y de reflexión: la competencia electoral y la disputa por la representación política. Toda la atención se centró en este campo y la problematización del Estado quedó en segundo término. Parecía que la democracia per se curaría los déficits estatales en todos los terrenos, tanto admi- nistrativos como legislativos y hasta judiciales. Tomó tiempo darse cuenta de que la democracia no construye Estado por sí misma.