book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 21

—Podrás verlo de vez en cuando —le aseguró Artemisa a Bianca—. Pero ya no tendrás ninguna responsabilidad sobre él. Los instructores del campamento se harán cargo de su educación. Y tú tendrás una nueva familia. Nosotras. —Una nueva familia —repitió Bianca con aire de ensoñación—. Sin ninguna responsabilidad. —Bianca, no puedes hacerlo —insistí—. Es una locura. Ella miró a Zoë. —¿Vale la pena? Zoë asintió. —Sí. —¿Qué tengo que hacer? —Repite —le dijo Zoë—: Prometo seguir a la diosa Artemisa. —Pro… prometo seguir a la diosa Artemisa. —Doy la espalda a la compañía de los hombres, acepto ser doncella para siempre y me uno a la Cacería. Bianca repitió estas palabras. —¿Ya está? Zoë asintió. —Si la señora Artemisa acepta tu compromiso, ya es vinculante. —Lo acepto —dijo Artemisa. Las llamas del brasero se avivaron, arrojando por toda la estancia un resplandor plateado. Bianca no parecía distinta, pero ella respiró hondo, abrió los ojos y murmuró: —Me siento… más fuerte. —Bienvenida, hermana —dijo Zoë. —Recuerda tu promesa —añadió Artemisa—. Ahora es tu vida. Yo no podía intervenir. Me sentía como un intruso. Y como un fracasado integral. No podía creer que hubiese llegado hasta allí y sufrido tanto para perder a Bianca a manos de un club femenino eterno. —No te desesperes, Percy Jackson —me dijo Artemisa—. Aún tienes que mostrarles a los Di Angelo el campamento. Y si Nico así lo decide, puede quedarse a vivir allí. —Estupendo —dije, intentando no sonar arisco—. ¿Cómo se supone que vamos a llegar al campamento? Artemisa cerró los ojos. —Se acerca el amanecer. Zoë, desmonta el campamento. Tenéis que llegar cuanto antes a Long Island sin sufrir daños. Pediré a mi hermano que os lleve. A Zoë no pareció entusiasmarle la idea, pero asintió y le dijo a Bianca que la siguiera. Cuando salían, ésta se detuvo un instante a mi lado. —Lo siento, Percy, pero deseo hacerlo. Lo deseo de verdad. Salieron las dos y me quedé solo con aquella diosa de doce años. —Entonces —le dije con aire sombrío—, ¿su hermano se encargará de llevarnos, señora? Sus ojos plateados destellaron. —Así es. ¿Sabes?, Bianca di Angelo no es la única que tiene un hermano irritante. Ya va siendo hora de que conozcas a mi muy irresponsable gemelo. Apolo