book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 20

La sombra de una sonrisa aleteó por sus labios. —Antes de irme, Percy Jackson, tengo una tarea para ti. —¿Incluye acabar convertido en un jackalope de ésos? —Lamentablemente, no. Quiero que escoltes a las cazadoras hasta el Campamento Mestizo. Allí permanecerán a salvo hasta mi regreso. —¿Qué? —soltó Zoë—. ¡Pero Artemisa! Nosotras aborrecemos ese lugar. La última vez… —Ya lo sé —respondió la diosa—. Pero estoy segura de que Dioniso no nos guardar á rencor por un pequeño, eh… malentendido. Tenéis derecho a usar la cabaña número ocho siempre que la necesitéis. Además, tengo entendido que han reconstruido las cabañas que vosotras incendiasteis. Zoë masculló algo sobre estúpidos campistas… —Y ya sólo queda una decisión que tomar. —Artemisa se volvió hacia Bianca—. ¿Te has decidido ya, niña? Bianca vaciló. —Aún me lo estoy pensando. —Un momento —dije—. ¿Pensarse qué? —Me han propuesto… que me una a las cazadoras. —¿Cómo? ¡Pero no puedes hacerlo! Tienes que ir al Campamento Mestizo y ponerte en manos de Quirón. Es el único modo de que aprendas a sobrevivir por tus propios medios. —¡No es el único modo para una chica! —dijo Zoë. No podía creer lo que estaba oyendo. —¡Bianca, el campamento es un sitio guay! Tiene un establo de pegasos y un ruedo para combatir a espada… Quiero decir, ¿qué sacas uniéndote a las cazadoras? —Para empezar —repuso Zoë—, la inmortalidad. La miré boquiabierto; luego me volví hacia Artemisa. —¿Está de broma, no? —Zoë raramente bromea —dijo Artemisa—. Mis cazadoras me siguen en mis aventuras. Son mis servidoras, mis camaradas, mis compañeras de armas. Una vez que me han jurado lealtad, se vuelven inmortales, sí. Salvo que caigan en el campo de batalla, cosa muy improbable, o que falten a su juramento. —¿Y qué han de jurar? —pregunté. —Que renuncian para siempre al amor romántico —dijo Artemisa—. Que no crecerán ni contraerán matrimonio. Que seguirán siendo doncellas eternamente. —¿Cómo usted, señora? La diosa asintió. Traté de imaginarme aquello. Ser inmortal. Vagabundear por ahí con tus amigas del colé para siempre. No me cabía en la cabeza. —O sea que usted recorre el país reclutando mestizas… —No sólo mestizas —me interrumpió Zoë—. La señora Artemisa no discrimina a nadie por su nacimiento. Todas aquellas que honren a la diosa pueden unirse a nosotras. Mestizas, ninfas, mortales… —¿Y tú qué eres? Un relámpago de cólera cruzó su mirada. —Eso no es de vuestra incumbencia. La cuestión es que Bianca puede unirse a nosotras si lo desea. La decisión está en sus manos. —¡Es una locura, Bianca! —le dije—. ¿Y qué pasa con tu hermano? Nico no puede convertirse en cazadora. —Desde luego que no —dijo Artemisa—. El irá al campamento. Por desgracia, es lo máximo a lo que puede aspirar un chico. —¡Eh! —protesté.