book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 73
Yo no sabía nada de Washington, pero no entendía cómo era posible que todo su sistema de metro
tuviera menos de doce años. Supongo que los demás estaban pensando lo mismo, porque parecían igual
de perplejos.
—Bianca —dijo Zoë—, ¿cuánto hace…?
Se interrumpió al oír el ruido del helicóptero, que fue aumentando de volumen rápidamente.
—Tenemos que cambiar de tren —dije—. En la próxima estación.
Durante la media hora siguiente, sólo pensamos en escapar. Cambiamos dos veces de tren. No
sabíamos adónde íbamos, pero logramos despistar al helicóptero al cabo de un rato.
Por desgracia, cuando bajamos del tren, nos encontramos al final de la línea, en medio de una zona
industrial donde sólo había hangares y raíles. Y nieve. Montañas de nieve. Daba la sensación de que
hacía mucho más frío allí. Yo me alegraba de tener mi nuevo abrigo de piel de león.
Vagamos por las cocheras del ferrocarril, pensando que tal vez habría otro tren de pasajeros, pero sólo
encontramos hileras e hileras de vagones de carga, muchos cubiertos de nieve, como si no se hubieran
movido en años.
Vimos a un vagabundo junto a un cubo de basura en el que había encendido un fuego. Debíamos de
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