book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 139
—¿Y qué hay del riesgo? —dijo—. Cronos sabe que si uno de vosotros dos sacrificase las entrañas de
la bestia, tendría el poder de destruirnos. ¿Crees que podemos permitir que subsista semejante
posibilidad? Tú, hija mía, cumplirás dieciséis mañana, tal como augura la profecía.
—Tenéis que confiar en ellos, señor —suplicó Annabeth alzando la voz—. Confiad en ellos.
Zeus torció el gesto y me dirigió una mirada severa.
—¿Confiar en un héroe?
—Annabeth tiene razón —dijo Artemisa—. Y ése es el motivo de que deba otorgarle mi recompensa a
uno de ellos. Mi leal compañera Zoë Belladona se ha incorporado a las estrellas. Necesito una nueva
lugarteniente. Y tengo intención de elegirla ahora. Pero antes, padre Zeus, debo hablarte en privado.
Zeus le hizo una seña para que se acercase. Se inclinó y escuchó lo que le decía al oído.
Me asaltó una sensación de pánico.
—Annabeth —dije entre susurros—. No lo hagas.
Ella frunció el entrecejo.
—¿El qué?
—Escucha, he de decirte una cosa. —Las palabras acudían atropelladamente a mis labios—. No podría
soportarlo si… No quiero que tú…
—Percy —dijo ella—, pareces a punto de marearte.
Así era como me sentía. Quería seguir hablando, pero la lengua no me respondía. Se negaba a moverse
por temor a las náuseas que me acechaban. Y entonces Artemisa se volvió.
—Voy a nombrar a una nueva lugarteniente —anunció—. Si ella accede.
—No —murmuré.
—Thalia, hija de Zeus —dijo Artemisa tendiéndole una mano—. ¿Te unirás a la Cacería?
Un silencio sobrecogedor inundó la estancia. Miré a Thalia sin dar crédito a lo que oía. Annabeth
sonrió y le apretó la mano, como si lo hubiera esperado desde hacía mucho.
—Sí —respondió Thalia con firmeza.
Zeus se levantó con expresión preocupada.
—Hija mía, considéralo bien…
—Padre —dijo ella—. No cumpliré los dieciséis mañana. Nunca los cumpliré. No permitiré que la
profecía se cumpla conmigo. Permaneceré con mi hermana Artemisa. Cronos no volverá a tentarme de
nuevo.
Se arrodilló ante la diosa y empezó a pronunciar las palabras que yo recordaba del juramento de
Bianca.
—Prometo seguir a la diosa Artemisa. Doy la espalda a la compañía de los hombres…
***
Tras el juramento, Thalia hizo una cosa que casi me sorprendió tanto como su promesa. Se me acercó,
sonrió y me dio un gran abrazo ante toda la asamblea.
Yo me sonrojé.
Cuando se separó y me agarró de los hombros, le pregunté:
—¿No se supone que no puedes hacer estas cosas? Quiero decir, abrazar a un chico.
—Rindo honores a un amigo —me corrigió—. Debo unirme a la Cacería, Percy. No he tenido paz
desde… desde que salí de la Colina Mestiza. Ahora, por fin siento que tengo un hogar. Pero tú eres un
héroe. Y serás el héroe de la profecía.
—Estupendo —mascullé.
—Me siento orgullosa de ser tu amiga.
Abrazó a Annabeth, que hacía esfuerzos para contener las lágrimas. E incluso abrazó a Grover, que
parecía a punto de desmayarse, como si acabaran de regalarle un vale de come-todo-lo-que-puedas en
un restaurante de enchiladas.
Thalia se situó finalmente junto a Artemisa.
—Y ahora, el taurofidio —dijo la diosa.