book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 11
Se oyó una respuesta confusa y entonces me di cuenta de que hablaba en modo walkie-talkie. Aquello
parecía demasiado moderno y espeluznante: un monstruo con móvil.
Eché una ojeada a mi espalda, tratando de calcular la magnitud de la caída.
Espino se echó a reír.
—¡Eso es, hijo de Poseidón! ¡Salta! Ahí está el mar. Sálvate.
—¿Cómo te ha llamado? —murmuró Bianca.
—Luego te lo cuento —le dije.
—Tú tienes un plan, ¿no?
«¡Grover! —pensé desesperado—. ¡Ven!»
Tal vez lograra convencer a los Di Angelo para que saltasen conmigo. Si sobrevivíamos a la caída,
podría utilizar el agua para protegernos. Ya había hecho cosas parecidas otras veces. Si mi padre estaba
de buen humor y dispuesto a escucharme, quizá me echase una mano. Quizá.
—Yo te mataría antes de que llegases al agua —dijo el doctor Espino, como leyéndome el pensamiento
—. Aún no has comprendido quién soy, ¿verdad?
Hubo un parpadeo a su espalda —un movimiento rapidísimo— y otro proyectil me pasó silbando tan
cerca que me hizo un rasguño en la oreja. Algo había saltado súbitamente detrás del doctor: algo
parecido a una catapulta, pero más flexible… casi como una cola.
—Por desgracia —prosiguió— os quieren vivos, a ser posible. Si no fuera así, ya estaríais muertos.
—¿Quién nos quiere vivos? —replicó Bianca—. Porque si se cree que va a sacar un rescate está muy
equivocado. Nosotros no tenemos familia. Nico y yo… —se le quebró un poco la voz— sólo no