book Percy Jackson y La Maldicion del Titan | Page 105
tejado de chapa. Luego los dos ángeles se lanzaron sobre los esqueletos, que salieron despedidos hasta
el otro lado de la carretera.
—¡Chico, qué agradable resulta caminar! —dijo el primer ángel. Su voz sonaba metálica y oxidada,
como si no hubiese echado un trago desde que lo habían esculpido.
—¿Has visto cómo tengo los pies? —dijo el otro—. Sagrado Zeus, ¿en qué estarían pensando todos
esos turistas?
Aquellos dos ángeles me habían dejado pasmado, pero todavía me preocupaban los esqueletos. Unos
cuantos habían logrado reunir sus piezas y ya se incorporaban de nuevo, buscando a tientas sus armas
con dedos esqueléticos.
—¡Peligro! —exclamé.
—¡Sacadnos de aquí! —chilló Thalia.
Los dos ángeles bajaron la vista hacia ella.
—¿La cría de Zeus?
—¡Sí!
—¿Cómo se piden las cosas, señorita hija de Zeus? —dijo uno de ellos.
—¡Por favor!
Los ángeles se miraron y se encogieron de hombros.
—Podríamos aprovechar para estirar los músculos.
Y antes de que pudiéramos darnos cuenta, uno de ellos nos había agarrado a Thalia y a mí, y el otro a
Zoë y a Grover, y nos elevábamos ya sobre la presa y el río mientras entre las montañas reverberaba un
eco de disparos. Los guerreros se fueron encogiendo allá abajo hasta convertirse en manchitas
minúsculas.